SIN FILIAS Y SIN FOBIAS Por JOSÉ JACINTO VEGA - Linea de Contraste

SIN FILIAS Y SIN FOBIAS Por JOSÉ JACINTO VEGA

¡Que pase el desgraciado!

Pásele, a ver ¿cómo se llama usted?, Palacio señor; y, ¿de qué se le acusa señor Palacio? Ufff, de tantas cosas que no sé por dónde empezar, pero trataré de decirlas todas para que comprenda el gran peso que cargo. A lo largo de mis más de cuatrocientos setenta años de historia, en que he sido reconstruido y restaurado varias veces, he albergado en mis entrañas, la casa del Ayuntamiento, un cuartel de policía con sus correspondientes celdas, un eventual set cinematográfico y la sede del gobierno estatal, por ello, he sido mudo testigo de asesinatos, fusilamientos, violaciones sexuales, acoso laboral, malversación de fondos públicos, acuerdos políticos turbios, marchas, manifestaciones y todo tipo de infamias cometidas por políticos de todas las clases y calañas, y por quienes se llaman líderes sociales o políticos.

¿Y ahora por qué fue zarandeado? Pues, ya me ha pasado muchas veces, pero entiendo que hay una tremenda ola de violencia contra las mujeres, aunque siempre la ha habido, pero hoy parece haber llegado a niveles de horror, y por ello, han venido a protestar una vez más exigiendo seguridad, justicia y respeto a los derechos humanos de las mujeres, entre otras cosas, pero la torpeza de quienes toman decisiones, sabedores de lo que sucedería durante la protesta, realizaron acciones para incendiar más los ánimos de las protestantes.

¿Usted cree que la violencia desatada el martes pasado consiga que las demandas tengan una respuesta satisfactoria?, mmm, no lo sé, yo solo soy un edificio, o sea un montón de piedras, madera, argamasa, cemento, ladrillos, vidrio y otros materiales, no puedo saber si con lo sucedido cambiarán las cosas.

¿Le molesta? Tampoco lo sé, soy como los políticos no tengo sentimientos, pero de algo estoy seguro, ¿dígame de qué? De que si con lapidarme pudieran resucitar las personas muertas en mi interior de forma vil, regresar a las manos del pueblo el dinero saqueado por infinidad de políticos, deshacerse los acuerdos torcidos que se han hecho, pero sobre todo, regresar a casa todas las mujeres secuestradas, asesinadas, y tener castigo aquellos que las han violado, golpeado, vejado, marginado y demás, con gusto pediría que me demuelan a golpes hasta que no quede piedra sobre piedra y, que después de ello, mis restos fueran arrojados en todas direcciones para que no quede recuerdo alguno de que existí.

¿Cree que eso solucionaría todo? Tampoco lo sé, recuerde, solo soy un edificio, pero si las soluciona ande, tome usted un marro y empiece a darme. ¿Y si nada cambia por ello? Pues entonces yo le pediría a gobernantes y manifestantes que hicieran uso de la mayor cualidad que les diferencia de los demás seres vivos. ¿Y eso es? Fácil, la razón. Caray ¿y con eso qué? Pues sería de esperar que unidos gobernantes y gobernados atacaran las raíces del problema, que hallaran las fuentes de la violencia contra las mujeres y las corrigieran, quizá sea algo tan difícil que por eso no lo han hecho y prefieren solo desahogar sus ánimos de pelea, que son muy comunes en los humanos, golpeándose entre ellos y destrozando cosas de manera periódica, en fechas que parecen haber pactado para eso.

¿Cree que lleguen algún día a ello? Lo dudo, porque no es difícil que detrás de las violencias de ambas partes se encuentren intereses políticos, que infiltren y utilicen, como siempre, a los movimientos sociales justos, los cuales lamentablemente terminan atrapados en medio de los intereses de la política. Ahora ya me sorprendió, ¿no que usted solo es un montón de piedras y por eso no razona, ni siente? Claro que solo soy un montón de piedras, pero he visto repetirse tantas veces las historias que no necesito razonar, solo recordar lo vivido. Pues creo que entonces usted está condenado a seguir siendo testigo muchas veces más de lo vivido el martes pasado. ¡Que se vaya el desgraciado!