SOCIOLOGANTE Por La Dra. Elsa Martínez Flores

El mito del cyborg
En los cómics y la ciencia ficción, el cyborg es una figura mitad humano, mitad máquina, capaz de realizar hazañas sobrehumanas gracias a la tecnología. Representa la fusión entre carne y metal, entre emoción y cálculo, entre vulnerabilidad y poder. Esa imagen inspira tanto admiración como temor.
El movimiento filosófico, científico y cultural denominado transhumanismo, retoma los relatos futuristas y propone el uso de la tecnología para mejorar las capacidades físicas, cognitivas y emocionales del ser humano.
Ahora ya no se trata de ficción, sino de proyectos reales. Con la ayuda de la Inteligencia Artificial se han creado prótesis inteligentes, implantes neuronales y biotecnología avanzada para incrementar la autonomía y el bienestar de las personas.
John C. Lennox, matemático y filósofo de la ciencia, escribió el libro “2084: Inteligencia Artificial y el futuro de la humanidad”, donde advierte que existe un riesgo de deshumanización al emplear la tecnología para optimizar el desempeño físico.
En contraste, el astrónomo Martin Rees mantiene una mirada tecnooptimista; él cree que la tecnología, bien usada, puede ser la clave para resolver problemas globales: desde la crisis climática hasta la salud.
Estas dos miradas científicas hacen que la idea del humano-máquina se convierta en una metáfora de las tensiones actuales. La ciencia debe ser para el bien común, sin embargo, deben existir los límites éticos.
Entre la prudencia y la esperanza, el riesgo más visible es la desigualdad: no todos tendrán acceso a estas ‘mejoras’. Y si se empieza a medir el valor de las personas por la tecnología que poseen, quienes queden fuera del proyecto transhumanista podrían ser excluidos, generando nuevas formas de violencia estructural y marginación social.
En última instancia, la noción del cyborg nos enfrenta a una decisión: ¿se busca ser mejor ser humano o simplemente un humano mejor? La tecnología es un medio, no un fin. El futuro dependerá de si priorizamos la dignidad y la equidad, o si caemos en la ilusión de que la máquina puede sustituir lo que nos hace únicos.