Análisis en Contraste Por Edgar Salazar Macías

ESA ES LA CUESTIÓN
Para bien o para mal, estamos ante un panorama que representa un punto de inflexión en nuestra historia, de ruptura y cambio, porque nuestro sistema judicial va a cambiar en su totalidad, y por tal, nuestro sistema jurídico.
Ha habido momentos en los que nuestro sistema judicial y nuestro sistema jurídico han cambiado, generalmente esos cambios eran para avanzar, como por ejemplo la reforma al Poder Judicial de 1994, en la que desaparecieron dos salas de la Suprema Corte, y se redujo el número de Ministros a 11; o también podríamos tomar como referencia la Contradicción de Tesis 293/2011, o la sentencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos del caso Radilla Pacheco vs México, que tuvo repercusiones por ejemplo en materia de justicia penal del personal de las fuerzas armadas que cometan delitos en contra de particulares para que sean juzgados por juzgados del fuero común y no del fuero militar (debemos recordar que el fuero militar en esos casos se empezó a extinguir primero por la sentencia señalada y posteriormente por la reforma constitucional realizada en la materia).
Estos son unos pequeños ejemplos de grandes cambios, otros puntos de inflexión, pero de cambio y continuidad, donde no existía una ruptura que desestabilizara tanto a la impartición de Justicia. Ahora bien, el escenario actual nos plantea una cuestión nunca antes vista, elegir mediante voto popular a los que serán juzgadores, a novel local y a nivel federal, algo que ha sido ampliamente criticado.
Sin embargo, podría decir que hay diversos puntos de vista respecto de esta elección, por una parte están los aplaudidores, es decir, los que sólo repiten la información que apoya la elección; los que están a favor porque les representa una opción real para acceder a un puesto de juzgador al que de otra forma no tuvieron acceso; los pragmáticos, es decir aquellos que entienden que, aun estando en contra, estamos en este punto y por tal piensan que es mejor votar que ser apáticos; los que están en contra; y finalmente los apáticos, es decir, los que no les importa esta situación.
Pero, y entonces, ¿votar o no votar?, en si misma la acción conlleva una trampa, por una parte, al votar convalidas implícitamente la aberración de la votación, pero si no votas, pierdes la posibilidad de elegir el peor de los males (aunque todo va indicando que será una elección de Estado). Creo que ante la pregunta, mi respuesta es votar, pero votar informado.
TRES PUNTOS…
Tomando en consideración los topes de gastos de campaña que pueden ejercer los candidatos, se debe fiscalizar de manera pormenorizada éstos, porque se ven eventos masivos de algunos candidatos, que sin duda, no cuestan menos de cincuenta mil pesos, y sumando estos gastos, pareciera que en muy pocos días de campaña van a superar los máximos establecidos, o la campaña permanente por medio de aplaudidores en redes sociales, ¿Quiénes les paga para que hagan promoción día y noche?; ojalá que haya una fiscalización pormenorizada, de seguro algunos superarán los gastos de campaña, quizás entre ellos, una candidata que dice que el pueblo la respalda… al tiempo. Es cuanto.