La Matanza de Tlatelolco: a 56 años el crimen de estado sigue latente en la memoria colectiva - Linea de Contraste

La Matanza de Tlatelolco: a 56 años el crimen de estado sigue latente en la memoria colectiva

El 2 de octubre es una fecha que conmemora a las víctimas de la Matanza de Tlatelolco, su lucha contra un sistema represor y arbitrario, así como su unidad por defender a los subordinados de ese sistema

Tlaxcala, Tlax; 2 de octubre de 2024 (Ángeles ZR). –  Recuerdo, recordamos. Esta es nuestra manera de ayudar a que amanezca sobre tantas conciencias mancilladas, sobre un texto iracundo, sobre una reja abierta, sobre el rostro amparado tras la máscara. Recuerdo, recordemos hasta que la justicia se sienta entre nosotros.

Rosarios Castellanos

A 56 años de la Matanza de Tlatelolco, el crimen de estado sigue latente en la memoria colectiva mexicana, pues la saña con la que el gobierno de Gustavo Díaz Ordaz reprimió al Movimiento estudiantil del 68 es referente en cuanto a la historia del autoritarismo en América Latina.

Si bien, la anécdota dice que el 22 de julio de 1968 estudiantes de las Vocacionales 2 y 5 del Instituto Politécnico Nacional riñeron contra los de la preparatoria incorporada a la UNAM, Isaac Ocho Terena, ante lo cual granaderos del estado mexicano intervinieron con una violencia extrema contra los alumnos, y al día siguiente los mismos granaderos ingresaron a la Vocacional a golpear a estudiantes y profesores, quienes indignados se congregaron con el propósito de manifestarse en contra de esa represión desmesurada, originando el Movimiento estudiantil del 68, la realidad es más compleja que ello.

A finales de la década de los 60 en Francia la juventud evidenció su inconformismo ante la guerra de Vietnam y las vidas que había cobrado, paralelamente en Checoslovaquia, lo que causó impacto en los jóvenes mexicanos que observaron similitud en cómo los gobiernos de sus países ejercían un autoritarismo sobre ellos, sin ninguna restricción; por otra parte, la Guerra Fría había quedado en el pasado, pero el fantasma del comunismo asechaba a Estados Unidos y a México, quien rendía cuentas a este sobre posibles resurgimientos en territorio mexicano; para desgracia del Movimiento Estudiantil, Díaz Ordaz tomó sus asambleas como una amenaza por parte del Partido Comunista de México.

Las asambleas del Movimiento Estudiantil habían cobrado fuerza, pero no por las razones que el presidente intuía, si no, por el autoritarismo que reinó durante su gobierno, pues la represión militar era su principal característica, así como prohibiciones a derechos humanos básicos, como la libertad de expresión y de reunión social.

El 26 de julio de ese año ha quedado en la memoria de los sobrevivientes de la Matanza de Tlatelolco porque fue cuando estudiantes del Politécnico Nacional, quienes se habían congregado a manifestarse en contra de la represión de los granaderos, y los de la UNAM, que se encontraban  conmemorando la Revolución cubana, se unieron en una sola marcha hacia el Zócalo capitalino, punto exclusivo para actos oficiales del régimen, a pronunciarse contra el abuso de poder por parte del Estado mexicano, y de acuerdo con testimonios, después de ese acto de anarquía, se sentaron a redactar el pliego petitorio que englobaba el respeto a sus derechos fundamentales como individuos libres.

El mes de agosto vio más manifestaciones junto con la represión que ya se esperaba en cada una de ellas, aun así, los estudiantes perseveraron en su lucha consolidando el Consejo Nacional de Huelga de México (CNH), aunado el respaldo del rector de la UNAM, Javier Barrio Sierra, obreros, electricistas, economistas, veterinarios, actores, escritores, profesores, amas de casa, y comunidades violentadas por el régimen.

El 12 de octubre, Gustavo Díaz Ordaz tenía en puertas la celebración de los XIX Juegos Olímpicos, así como la amenaza de una manifestación que expondría ante los ojos del mundo la represión que ocurría en el país, lo que lo llevó a planear junto con Luis Echeverría, Secretario de gobierno en ese entonces, funcionarios y el Ejército Nacional un acto de sumisión tan violento que marcaría la historia de México.

El miércoles 2 de octubre de 1968 el Movimiento estudiantil había acordado una reunión masiva en la Plaza de las Tres Culturas para exponer los puntos de su pliego petitorio, reunir recursos para el CNH, así como difundir los propósitos que los guiaban en contra del autoritarismo de Díaz Ordaz; según testimonios, esa tarde se sumaron a los estudiantes, personas pertenecientes a grupos vulnerables, trabajadores, mujeres con niños, vendedores ambulantes, y curiosos, por lo que había alrededor de 10 mil personas en el lugar escuchando a los integrantes del CNH declamar desde el balcón del tercer piso del Edificio Chihuahua.

Todos los registros periodísticos y literarios coinciden que a las 5 de la tarde se vio a dos helicópteros sobrevolar la Plaza de las Tres Culturas, de repente, tres bengalas, dos verdes y una roja, iluminaron el cielo e inmediatamente comenzaron a disparar a la multitud desde el edificio Chihuahua.

El Batallón Olimpia, integrado por militares vestidos de civiles con un pañuelo blanco en la mano izquierda, se encontraba listo en tierra para rodear a los estudiantes, pues ya los tenían identificados, para llevarlos a punta de pistola al edificio; allí fue donde los reunieron, los hostigaron, desnudaron y torturaron por el resto de la noche.

Muchas personas buscaron refugio en los departamentos con éxito, sin embargo, los militares registraron más tarde cada uno de ellos para sacar con violencia a quien se encontrara allí, estudiante, o no; en el piso dos del edificio fue donde se fotografiaron a las víctimas de esa terrible noche, algunas vivieron para contar las golpizas a puño limpio o con armas, las humillaciones, el acoso a las mujeres, y demás actos violentos ejecutados con una evidente mofa.

Los más desafortunados fueron asesinados en el lugar de un balazo en el rostro, el tórax, o en una extremidad que provocó que se desangraran tirados en el suelo, mientras llegaban más y más estudiantes al mismo destino, se ha hablado de más de cuatrocientos muertos, aunque al día de hoy, no se sabe exactamente, pues hubo muchos desparecidos.

La llamada noche de Tlatelolco fue omitida por los medios de comunicación nacionales, quienes se limitaron a reportar actos de vandalismo por parte de estudiantes, y que, debido a ello, la policía se vio obligada a abrir fuego en defensa propia; no sería hasta meses después que medios internacionales informados por corresponsales extranjeros que había llegado días previos a México para cubrir los Juegos Olímpicos, que la Matanza de Tlatelolco salió a la luz.

El presidente Gustavo Díaz Ordaz negó el crimen de estado, y con total inmunidad, culminó su sexenio justificando sus acciones en beneficio del país.

Fue hasta el año 2003 que a través de una persona de identidad anónima surgen las fotografías de los militares torturando a los estudiantes dentro del edificio Chihuahua y que quedaron en la historia como evidencia del crimen de lesa humanidad que sucedió la noche del 2 de octubre de 1968, y exhibiendo a Ejercito Nacional como responsable, junto con Díaz Ordaz, no obstante, hasta el día de hoy, el ex presidente sigue negando el hecho.

El 2 de octubre es una fecha que conmemora a las víctimas de la Matanza de Tlatelolco, su lucha contra un sistema represor y arbitrario, así como su unidad por defender a los subordinados de ese sistema; el Movimiento estudiantil del 68 cambió el rumbo del país al señalar abiertamente a la institución que debe de defender a la ciudadanía, el Ejercito, pero que usó las facultades otorgadas por el gobierno para asesinar a quien no pensará igual que él, lo que expone el peligro de otorgarle poder total a los militares; actualmente el Senado de la república está discutiendo la decisión de integrar la Guardia Nacional a la SEDENA, lo que podría otorgarle más poder sobre los civiles, y la Matanza de Tlatelolco ha dejado como prueba que esto podría resultar en otro crimen de estado, por ello, no se debe de olvidar la noche del 2 de octubre, para no repetir los errores del pasado.