SIN FILIAS Y SIN FOBIAS Por JOSÉ JACINTO VEGA

“Sueño de un día de verano en Tlaxcala”
A mediados del pasado mes de julio, la entonces secretaria de gobernación, la ministra en retiro Olga Sánchez Cordero, se reunió con gobernadoras electas para plantearles la necesidad de emprender acciones más contundentes en pro de la erradicación de la violencia en contra las mujeres. Tras casi tres años en el cargo doña Olga parecía haber tomado valor para asumir el esperado papel que muchas mujeres creyeron que tendría cuando asumió la titularidad de la secretaría más importante del gabinete federal, sin embargo, conforme pasaron los días Sánchez Cordero se fue opacando más ante la creciente conducta autoritaria de su jefe, quien lejos de ser solidario fue mostrando gradualmente la molestia que las feministas le causaban con su actuar.
La iniciativa de la titular de gobernación fue recibida por algunas de las futuras gobernadoras más como una instrucción “de arriba” que habría que cumplir, que como la respuesta a sus reclamos, ya que no todas ellas tienen un historial como feministas o al menos solidarias con el movimiento, algunas se formaron en la brega política bajo las reglas impuestas por los hombres, lo que les llevó a la necesidad de aprender a jugar y a tolerar dichas reglas, las cuales, tradicionalmente en nada toman habían tomado en cuenta ningún tipo de igualdad entre hombres y mujeres. Sin embargo, era una indicación de la número dos en la jerarquía política nacional.
Las acciones derivadas de dicha reunión llevaron a Alejandro Encinas Rodríguez, Subsecretario de Derechos Humanos, Población y Migración de la Secretaría de Gobernación a iniciar un recorrido por diversas entidades del país para decretar sin mayor trámite alertas por violencia de género contra las mujeres, con una prontitud que hacía ver a estas como una carrera contra reloj, ya que, lejos de verse como parte de una estrategia bien definida parecieron tener solo como finalidad que doña Olga dejara antes de concluir el mes de agosto a dichas alertas como un legado político ante lo que seguramente ella ya sabía, su inminente salida de la secretaría que finalmente ocupó durante 33 meses.
El haber forzado a que las alertas se decretaran con el acuerdo de los gobernadores salientes (menuda situación para Marco Mena quien no simpatizó con que se declarara en su gobierno), en vez de aguardar unas semanas para que fueran en acuerdo con las nuevas autoridades abrió muchas sospechas sobre el porqué de tanta prisa y sobre el futuro de dichas alertas. En el futuro inmediato las Alertas deberán hacerse efectivas y para ello se requerirá de mucho trabajo técnico jurídico, legislativo e interinstitucional, así como de voluntad política y recursos económicos por parte del gobernó federal y de la gobernadora de Tlaxcala.
Sin embargo, la salida de Sánchez Cordero de gobernación y la llegada de Adán Augusto López Hernández al Palacio de Cobián, a quien tampoco se le puede calificar como aliado del movimiento feminista, abre muchas dudas sobre hasta dónde se dará continuidad a lo emprendido por la exsecretaria, sobre todo, por lo que ya ha sido advertido por Martha Anaya en su columna “Alhajero”, publicada el pasado 3 de septiembre en el Heraldo de México, sobre una reestructuración de la secretaría en comento, la cual presuntamente concentraría en ella a diversas instancias relacionadas con temas de derechos humanos de las mujeres, hoy autónomas, las cuales involucran entre otras a la Comisión Nacional para Prevenir y Erradicar la Violencia (Conavim), al instituto Nacional de la Mujeres (Inmujeres). Ante la eventualidad de que la reestructuración de gobernación se concrete interesante será ver que papel desempeña Alejando Encinas, si consciente ser parte de los operadores de ello, o si renuncia para evitar serlo.
En el caso de nuestro estado, Tlaxcala tiene un largo y vergonzoso historial en delitos de trata de personas con fines de explotación sexual y sobre la comisión de actos constitutivos de violencia de género contra las mujeres en todas sus modalidades, sin que las autoridades hayan hecho algo realmente eficiente para evitarlo. Feministas de nuestra entidad ya habían intentado promover en dos ocasiones anteriores el que se decretara la Alerta sin ningún éxito, fundamentalmente por las negativa de los entonces gobernadores González y Mena, quienes se resistieron a ello, por la creencia, de que decretarla empañaría la imagen del estado, lo que con mayor precisión sin duda alguna se refería a la imagen de su gobierno, la cual les preocupaba mucho más que la seguridad de las mujeres tlaxcaltecas.
A la gobernadora de la entidad que recién protestó el cargo, muy poco o nada se le recuerda en el pasado sobre algún tipo de activismo feminista, ella es una política a la vieja usanza, quien como tal, percibió la necesidad de incorporar a su discurso al feminismo como un tema “inevitable” para no quedar a la saga en la diatriba contemporánea, sin embargo, sus manifestaciones sobre un autentica sororidad estarán a prueba en los próximos meses, en los que tendrá que demostrar ante la aguda crítica que tradicionalmente ejercen las feministas qué tan real será el hacer operativa la Alerta o si solo quedará en el recuerdo como la “foto de despedida” de doña Olga Sánchez Cordero, quien con ello trató de remendar algo del sinsabor que dejó su paso por gobernación, después de una notable carrera como ministra en la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Solo el paso del tiempo y los hechos dirán qué tanto si o no serán realidad la Alerta y la sororidad de la gobernadora Cuéllar Cisneros, o si todo quedará como el “sueño de un día de verano en Tlaxcala”.