SIN FILIAS Y SIN FOBIAS Por JOSÉ JACINTO VEGA

La patente de corso de Don Andrés
En la edad media y posterior a ella algunas naciones ante la imposibilidad de contar con una flota naval suficiente para defenderse de sus enemigos, otorgaban a barcos de particulares permisos escritos para que estos pudieran atacar, al amparo de sus patrocinadores a los navíos adversarios, en una suerte de “fuerza de guerra alquilada”, legitimando con ello los actos bélicos que cometieran.
La Real Academia de la Lengua española define el termino corso[1] como una “campaña marítima que hacían los buques mercantes con patente de su gobierno para perseguir embarcaciones enemigas siguiendo la leyes de la guerra. El termino ha pasado a ser utilizado coloquialmente para referirse al permiso que parecen tener algunos para hacer y deshacer a su antojo sin que ley alguna les pueda someter.
La referencia sobre la patente de corso viene a ser pertinente para explicar parte de lo que la sociedad mexicana vive todos los días, en razón del arbitrario uso del poder público en que se han convertido las llamadas “conferencias mañaneras” que se han vuelto una especie de Corte sumaria a donde un solo individuo funge como fiscal, juez y defensor de oficio de aquel o aquellos que el día anterior hicieron enojar a Don Andrés por contradecirlo o no hacer lo que se le haya ocurrido.
Lo curioso del caso, es que la patente de corzo que goza Don Andrés se la otorgó él mismo con un pie sobre las leyes y otro sobre las instituciones, a las que usa y modifica a su conveniencia, cual “Varguitas” en la Ley de Herodes, concediendo certificaciones de honorabilidad a los corruptos que se le suman, o de descrédito a personas honradas que se atreven a contradecirlo, o utiliza el espacio de propaganda política que costea el pueblo para insultar, sobajar, desprestigiar, calumniar o lo que se le antoje.
Muestras recientes de ello son la serie de improperios que lanzó contra el Ministro Presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, personaje que ha sometido la Corte a la voluntad del presidente el cual festeja cuando le conceden lo que les ordena, pero se encoleriza contra sus integrantes cuando le contradicen en una suerte de darles palo o zanahoria según se porten.
Otro ejemplo claro, es la defensa inmediata que hizo de Cuauhtémoc Blanco, el incorrecto gobernador del estado de Morelos, que ha sido señalado desde hace tiempo por diversas situaciones de dudosa legalidad, pero que inteligentemente hace unos días el “Cuau” anunció su afiliación a MORENA, sabedor que con ello el manto de la impunidad le cubriría con prontitud, como sucedió cuando Don Andrés, en uso de su patente de corso, descalificó a quienes acusan al exfutbolista calificando de “politiquería” sus inculpaciones.
Los ejemplos recientes siguen, el domingo cuando su iniciativa de reforma constitucional en materia eléctrica no pasó en la cámara de diputados, su reacción inmediata fue enviar otra para reformar la “Ley minera” ordenando a sus diputados aprobarla de inmediato violando todo el procedimiento parlamentario, para desquitar su coraje contra el bloque opositor, exhibiéndose horas después de la aprobación que los que votaron a su favor no solo no conocían la iniciativa, sino que ignoraban también todo lo relacionado con la industria del litio tal como lo exhibiera un propio senador de MORENA.
En la lista de ejemplos también se apunta la “ideota” de diputados de MORENA y PT de incitar al linchamiento contra los diputados que desobedecieron a Don Andrés, acción contra la que el líder de los senadores morenistas se inconformó al señalar que no le están dejando margen para negociar, cosa en la que tiene razón ya que si alguien es culpable de lo sucedido el domingo 17 es precisamente Don Andrés por sus sistemáticos insultos contra sus opositores, lo que quiere sean como sus diputados de MORENA, simple tapete, pero nadie en su sano juicio escucha por años ser insultado y reacciona obedeciendo a su insultador sumisamente, es una lastima que la patente de corso de Don Andrés no le otorgue también oficio político para acordar con sus contrapartes y para respetar a los otros poderes públicos.
[1] Visible en: https://dle.rae.es/corso?m=form