SIN LINEA Por HORACIO GONZÁLEZ

Joel Molina: decir el qué, no el cómo
Es fácil ser oposición, no gobierno. Cuando Andrés Manuel López Obrador fue tres veces candidato a la presidencia de la República hizo muchas aseveraciones y promesas que ahora mismo no puede cumplir como gobernante. Un ejemplo claro lo representa su más reciente visita al mandatario estadounidense Donald Trump, a quien hace poco más de una semana elogió por su buen comportamiento y respeto a los mexicanos, siendo que en la campaña de 2018 lo acusó con severidad de todo lo contrario.
Otra de sus promesas fue que México crecería a cuatro por ciento anual, concluyendo su sexenio en un seis por ciento, pero es la hora que sus decisiones han contribuido para que México dejara de crecer, por lo menos, al ritmo que lo hacía en el gobierno de Enrique Peña. Así, antes de comenzar la pandemia, el país ya registraba un crecimiento negativo que ahora el virus ha venido a profundizar a niveles nunca antes vistos, pues varios especialistas prevén la caída en al menos dos dígitos, con el aumento de pobres que ello traerá consigo.
Es conveniente mencionar lo anterior porque, en el caso de Tlaxcala, el senador Joel Molina Ramírez parece que busca copiar algo de lo que López Obrador hacía antes de llegar a Los Pinos. Se agradece el gesto de que no lo haga en los términos a veces grotescos en que lo hacía el tabasqueño, pero al final no hay ganancia alguna para el estado porque no hay propuesta alguna.
Ejemplo de lo anterior es que esta misma semana Molina Ramírez insistió en la necesidad de que en Tlaxcala se considere al sector informal en las medidas de recuperación económica ante la pandemia de Covid-19. Si bien reconoció que las medidas implementadas a favor del sector formal son correctas, consideró que están pendientes aquellas a favor de quienes no cuentan con los beneficios de la seguridad social
Así lo dijo: “hay que considerar las características de nuestro estado y de los sectores que integran su economía para dar una respuesta más amplia a los tlaxcaltecas, porque la pérdida de empleos y el cierre de negocios no solo se ha dado en el sector formal, sino también en el informal, donde no hay beneficios u apoyos para responder a la crisis”.
Joel Molina dice el qué, no el cómo. Ni siquiera se pronunció en apoyo de su coordinador parlamentario en el Senado, Ricardo Monreal Ávila, cuando éste consideró que el Congreso de la Unión debía discutir la posible implementación del Ingreso Básico Universal, con el objetivo de aliviar la grave situación económica de millones de mexicanos que se encuentran en crisis por la pandemia.
El mismo día en que los medios informativos publicaron las declaraciones de Molina Ramírez, el gobierno federal -que él apoya- informó al Partido Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) –del cual es dirigente en Tlaxcala- que la creación del ingreso básico universal es inviable porque implicaría aumentar impuestos o incrementar deuda.
¿Y entonces de qué recursos puede disponer una entidad federativa, como Tlaxcala, para poder ayudar a ese 70 por ciento de trabajadores informales que existen? Más aún, a pesar de los desmentidos del presidente, cuando el gobierno federal ha recortado a los estados 18 mil 456 millones de pesos de recursos federalizados.
En su momento, ni siquiera como líder de su partido fue a fondo en su crítica para que los 480 millones de pesos que se etiquetaron los diputados locales en su presupuesto, avalados por Morena y aliados, se redireccionaran en apoyo de quienes por la pandemia deben recibir respaldo gubernamental.
Lo que dice o deja de decir el senador es importante porque él puede influir, dentro del cargo que representa, para apoyar al gobierno estatal en su búsqueda de recursos económicos que ahora mismo están escasos. Sin embargo, sólo se conforma con decir que hace falta apoyo para el sector informal. Lo peor de todo es que no es el único. Todos y todas las aspirantes a la gubernatura están igual.