SIN LINEA Por HORACIO GONZÁLEZ

ITE débil y temeroso
Cuando más necesitaba demostrar a propios y extraños que en Tlaxcala existe un organismo fuerte y confiable, a prueba de aguantar presiones externas en la coyuntura de un difícil y complicado proceso electoral que ya asoma sus puertas, resulta que el Instituto Tlaxcalteca de Elecciones (ITE) se empequeñece ante las presiones.
No sólo por su esquiva de darle vuelta a un asunto espinoso que ahora mismo tiene dividido al Congreso del estado, como lo es una denuncia por violencia en razón de género que involucra a más de una decena de legisladores locales, sino por su torpeza política de no saber manejar un tema que a todas luces le explotaría en la cara si no era bien abordado. Y como no lo fue, así le está yendo con una crítica bien merecida por parte de quienes son observadores del acontecer local.
De lo que puede verse, los tres consejeros que forman parte de la Comisión de Quejas y Denuncias del ITE, Juan Carlos Minor Vázquez, Edgar Aldave Aguilar y Denisse Hernández Blas, no sólo fueron esquivos pretextando la pandemia del coronavirus para no cumplir con sus responsabilidades, sino que actuaron a espaldas de algunos compañeros suyos, como es el caso de la consejera Dora Rodríguez Soriano.
El tema, incluso, ya ha salido de las fronteras locales y es conocido en otras entidades federativas, cuyos consejeros critican el proceder de sus homólogos tlaxcaltecas. Es el caso, por ejemplo, de la consejera de Tabasco, Rosselvy Domínguez Arévalo, quien en su cuenta personal de twitter escribió lo siguiente: “¿Ya se habrá enterado el ITE que tanto órganos autónomos, como tribunales electorales, incluso la Suprema Corte de Justicia de la Nación, han estado sesionando y resolviendo de forma virtual? ¿Y que cuando se invoca Violencia Política contra las Mujeres es considerado asunto urgente?”.
El caso, como bien lo han advertido algunas columnas periodísticas, puede salir del control del ITE e ir a parar al Instituto Nacional Electoral (INE) si existe queja de por medio para iniciar un procedimiento de remoción, por lo menos para los tres consejeros involucrados en el asunto que tenían que resolver. Existen precedentes en otras entidades federativas que pueden ser retomados para actualizarse en el caso de Tlaxcala.
Más allá de si esa hipótesis se hace o no realidad en un futuro, lo cierto es que este caso pone en el ojo del huracán a un instituto electoral cuyas aguas habían vuelto a la calma durante los últimos meses, después de haber pasado por dos tormentosos procesos electorales 2016 y 2018, donde yerros propios -como el pésimo manejo del Programa de Resultados Electorales Preliminares (PREP)- e interpretaciones jurídicas que fueron corregidas por los órganos jurisdiccionales, formaron parte de una cotidianeidad y que, por la decisión de esta semana, parece que puede repetirse.
No haber entrado de lleno al estudio de lo que un grupo de diputados y diputadas exige, es decir, medidas cautelares y una resolución que determine si hubo o no violencia política en razón de género, muestra a todas luces un organismo electoral débil y temeroso de tomar decisiones precisamente cuando debe tomarlas.
Como consecuencia de lo anterior, ya existen hipótesis que señalan, con razón o no, el miedo que existe dentro del ITE para que sea aprobada su cuenta pública 2019 y avalado un presupuesto anual generoso para enfrentar con holgura el proceso electoral local del próximo año.
En ese sentido, la decisión tomada por los tres consejeros de la Comisión de Quejas y Denuncias es un mal augurio para el organismo, que puede incluso traerle consecuencias peores que haber resuelto con toda propiedad. No había que meterse en camisa de once varas, sobre todo considerando que sobre el tema existen precedentes judiciales electorales ya conocidos.