SIN LÍNEA Por HORACIO GONZÁLEZ

Engañar con la verdad (II)
En la entrega del viernes pasado, en este espacio se explicaba los motivos por los cuales se consideraban algunos elementos para suponer que Cuéllar Cisneros será la abanderada del Partido Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) a la gubernatura. Toca el turno de la alcaldesa capitalina Anabell Ávalos Zempoalteca. Veamos.
Tal vez por la proximidad de su informe de gobierno, o tal vez por el calendario electoral que establece el mes de diciembre para el inicio de los procesos internos en la selección de los candidatos partidistas, lo cierto es que la presidenta municipal de Tlaxcala, Anabell Ávalos Zempoalteca, está teniendo un activismo no visto desde que inició su administración.
En plena temporada de pandemia ha decido cerrar fuerte su administración con la entrega de diversas obras públicas, juntándose, para ello, con diversas figuras públicas y políticas que la promueven y la propulsan a pasar de ser una autoridad local a una de mayor estatura.
En los hechos, la alcaldesa tiene un activismo demasiado parecido al de su ex compañera de Legislatura local y ahora delegada del gobierno federal, Lorena Cuéllar Cisneros, solamente que no con la advertencia de alguien más arriba que ella para recordarle que debe separarse del cargo a más tardar en este mes de octubre. Por lo demás, andan en las mismas, sólo que mejor tratada en los medios de comunicación.
Para llevar a cabo su calculado activismo, Anabell Ávalos ha sabido rodearse de figuras que militan en fuerzas partidistas distintas, que van desde el Sol Azteca hasta el blanquiazul, pasando, por supuesto, por el propio gobernador priista Marco Antonio Mena Rodríguez. La mescolanza variopinta apunta a una alianza que ya se trabaja desde la cúpula del Revolucionario Institucional (PRI), y que tiene como propósito bien definido repetir en la gubernatura.
Esas fuerzas políticas que con personajes bien escogidos asoman una posible alianza electoral para tener un exitoso resultado en las elecciones locales y federales de 2021, saben que no tienen de otra porque de no concretar una coalición estarían en franca desventaja. A no ser que Morena siga hundiéndose en el lodazal de sus disputas intestinas, que les lleve a una fractura con muchos de sus aspirantes esparcidos en otras fuerzas partidistas, las cuales ahora mismo se asoman en el espectro electoral del país y del estado.
Dentro de la baraja de priistas que se encuentran enlistados en la terna de aspirantes a la candidatura al gobierno del estado, ni el líder tricolor Noé Rodríguez Roldán ni el secretario de Educación Pública, Florentino Domínguez Ordoñez, tienen la imagen que poco a poco se ha construido Anabell Ávalos. Ambos están atados.
Noé Rodríguez Roldán, porque edificar su candidatura desde la dirigencia del PRI sería un despropósito que haría caer la alianza que hoy se construye. Lo hizo Mariano González Zarur en 2004 estando al frente del partido y el resultado fue la derrota. Y aunque parezca una contradicción, no lo hizo Marco Antonio Mena en 2016 a pesar de estar al frente de la dirigencia tricolor, debido a que la alianza que lo llevó al triunfo ese año la trabajó directamente el propio González Zarur.
Por su parte, Florentino Domínguez Ordoñez parece estar más metido en un problema nada pequeño, que es sacar los mejores resultados en el sector educativo en medio de una pandemia que no cede ni cederá hasta que comience a ser aplicada la vacuna contra el coronavirus, lo que todo parece indicar será hasta después del primer trimestre del próximo año.
La última figura que encabezó la sede del ayuntamiento de Tlaxcala fue Héctor Ortiz Ortiz, quien a la postre, impulsado también por una alianza partidista, llegó a la gubernatura. Puede suceder lo mismo con Anabell Ávalos. Sin embargo, no lo hará sola. Todo dependerá de cómo trabaje su partido, el PRI, las alianzas y de que los protagonismos se hagan a un lado. De otra manera su anhelado deseo de ocupar Palacio de Gobierno se esfumará.
Lineazo: Hace poco más de una semana se supo de una demanda presentada por el magistrado Mario Jiménez Martínez en contra de los periodistas de Gentetlx, Edgardo Cabrera y José Luis Ahuactzi. A juicio de este espacio, el trabajo periodístico de ambos comunicadores fue impecable, desnudando la manera de cómo ese juez manejaba un recurso público que no le pertenecía y que, a la postre, le hizo perder su continuidad al frente del Tribunal Superior de Justicia del Estado (TSJE).
El trabajo de Jiménez Martínez se recomienda solo y lo pone al descubierto. Desde hace años existen varias denuncias realizadas en medios de comunicación por líderes sociales que cuestionan su labor en la Sala Penal del Tribunal. No merecía su reelección como magistrado, pero acuerdos políticos en el Congreso se lo permitieron. No habría sucedido lo mismo si Mariano González Zarur hubiese estado en la gubernatura, pues ya lo traía entre ojos.
En todo esto, podría decirse lo que esta misma semana aseveró Artículo 19, tratándose de una denuncia de Pío López Obrador contra el periodista Carlos Loret de Mola: o que se busca es “intimidar y provocar autocensura en investigaciones periodísticas, particularmente aquellas de corrupción…”.
Y más: “contrario a los argumentos presentados en la denuncia, los videos (en este caso grabaciones) publicados son material periodístico que, con independencia de su origen, dan cuenta de hechos de interés público”.