SIN LÍNEA Por HORACIO GONZÁLEZ
A los brazos de Beatriz Paredes
Marco Antonio Mena Rodríguez ha sido el gobernador más débil, políticamente hablando, de los últimos tiempos en Tlaxcala. Esa debilidad la confirmó, en todos sus términos, con la designación de Pedro Sánchez Ortega como magistrado del Tribunal Superior de Justicia del Estado (TSJE).
Sin equipo político llegó a la gubernatura del estado, dependiendo su candidatura tricolor al gobierno estatal del entonces gobernador Mariano González Zarur. Con él tuvo su meteórica carrera iniciando en la Secretaría de Turismo, después en una diputación local y finalmente en la dirigencia estatal priista, de donde saltó para ser el abanderado. La estructura marianista y el poder gubernamental fueron las dos bases con la que se construyó el triunfo del Partido Revolucionario Institucional (PRI) y sus aliados en 2016.
Como ya se ha dicho en este espacio, su meteórica carrera política la hizo en solo un sexenio, a la mano de González Zarur. No tuvo antes la trayectoria de sus antecesores en diputaciones federales, senadurías u organizaciones adheridas al tricolor, sino de la academia y del trabajo en instituciones como el Instituto Nacional Electoral (INE), pero siempre con cargos de bajo perfil.
Terminada su alianza con Mariano González Zarur, a raíz de la más estrepitosa derrota que ha sufrido el PRI en su historia, la de 2018, Mena Rodríguez decidió concretar una nueva alianza: con la ex gobernadora Beatriz Paredes Rangel. Por eso, después del regaño público que dio a sus colaboradores del gabinete después de ese fracaso electoral de hace tres años, se decidió por un cambio en la Secretaría de Gobierno con la salida de Tito Cervantes Zepeda y la llegada de José Aarón Pérez Carro.
Ese nombramiento y ahora las candidaturas de diputaciones de representación proporcional registradas por el PRI para la contienda del próximo seis de junio, dicen mucho de esa alianza. El gobernador apuntala a su hermano, Fabricio Mena Rodríguez en la posición número uno, y determina impulsar a una beatricista, la lideresa sindical de la Secretaría de Salud, Blanca Águila Lima, en la posición número dos.
Por eso no extraña que en el evento masivo de la candidata priista al gobierno estatal, Anabell Ávalos Zempoalteca, la figura de la ex gobernadora Beatriz Paredes Rangel haya destacado por sobre otras. Ella se ha convertido en su principal aliada política para el proceso electoral en marcha.
En esa condición, el beatricista José Aarón Pérez Carro, como el segundo de abordo en el gobierno del estado, y pese a su cuestionado pasado en la investigación de los 43 estudiantes de Ayotzinapa que lo ha tenido en el ojo del gobierno lospezobradorista, ha intervenido en diversas decisiones principalísimas que han definido posiciones clave en Tlaxcala. Una de ellas es la magistratura a favor de Pedro Sánchez Ortega como magistrado del TSJE.
Sánchez Ortega viene de la Fiscalía Anticorrupción, pero antes fue agente del Ministerio Público de la Procuraduría General de Justicia del Estado (PGJE), donde fue titular Aarón Pérez Carro. El actual procurador, Antonio Aquiháuatl Hernández, forma parte de ese equipo. Nada extraño hay, entonces, en la decisión del gobernador Marco Antonio Mena Rodríguez.
La lectura inevitable es que Marco Antonio Mena, desde hace rato, decidió arrojarse a los brazos políticos de la ex gobernadora Beatriz Paredes, precisamente por la carencia de un equipo propio.
La hoy diputada federal fue el fiel de la balanza en las elecciones de 1998 y 2004, en las que ganaron Alfonso Sánchez Anaya y Héctor Ortiz Ortiz Ortiz la gubernatura del estado, a pesar de que ella, en la recta final de ambas campañas, se dejó querer por los abanderados tricolores Joaquín Cisneros Fernández y Mariano González Zarur.
Lo que conviene recordar, sobre todo a la candidata Anabell Ávalos Zempoalteca, es que a Paredes Rangel se le atribuyen apoyos a favor de actores no impulsados por el PRI, como fue en 1998 y 2004. No vaya a ser que en una de esas los comentarios vuelvan a surgir, siendo, sobre todo, que la abanderada tricolor a la gubernatura es identificada como cercana a José Antonio Álvarez Lima, hoy senador de la República por el Partido Movimiento de Regeneración Nacional (Morena).
En esa coyuntura, muchos recuerdan la rivalidad política que hubo en su momento entre Paredes Rangel y Álvarez Lima. Los actores, en este proceso electoral, vuelven a encontrarse. Ya veremos si lo hacen en comunión o en bandos encontrados.
Lineazo: El martes, en Palacio Nacional, se firmó el denominado Acuerdo por la Democracia, en el que el presidente Andrés Manuel López Obrador y los gobernadores y gobernadoras de las 32 entidades de la República se comprometieron a no intervenir, con recursos públicos, en el actual proceso electoral. Si la presencia de los mandatarios estatales dio fuerza política a esa firma ¿por qué no, entonces, replicarlo a los estados?
La respuesta, vaya paradoja, vino de la jefa de gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum. Ella no firmará un acuerdo de civilidad con los partidos políticos de la capital del país, con el argumento de que no es responsabilidad suya, sino de las fuerzas políticas comportarse a la altura durante los comicios del seis de junio.
No cabe duda. En el país se hace lo que diga el presidente, aunque con otras actitudes, incluidas las de los propios morenistas, no se esté de acuerdo.