SIN LÍNEA Por HORACIO GONZÁLEZ

Marco Mena, luces y sombras
Pese a los muy malos resultados electorales de su partido, el Revolucionario Institucional (PRI) y de la alianza que él mismo impulsó, no se puede decir que Marco Antonio Mena Rodríguez ha sido un mal gobernador. Diversas encuestas nacionales serias lo han ubicado dentro de los 10 mejores mandatarios estatales del país.
Diversas obras públicas, entre ellas la ampliación de la carretera Tlaxcala-Apizaco, deja como gran legado difícil de rebasar por parte de la ya gobernadora electa Lorena Cuéllar Cisneros. El acuerdo que hizo con la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para reducir la pobreza en Tlaxcala a través del programa Supérate, es digno de continuidad, lo mismo que las becas económicas para jóvenes universitarios.
Su civilidad política en momentos de crisis, ya sea por su relación con el Congreso local o con el gobierno federal por el manejo que se dio a la pandemia del coronavirus, también debe reconocerse.
Todo ello, sin embargo no fue suficiente porque el gobernador y el PRI se convirtieron en los grandes perdedores de las elecciones del domingo 6 de junio.
Su propuesta de llevar para Tlaxcala una nueva gobernanza nunca fue entendida en la población y ni siquiera por sus propios funcionarios. Aquel secretario responsable de hacerla socializar entre sus pares, pasó de noche y terminó abandonando el gabinete para ser postulado como candidato opositor al PRI en el distrito VI de Ixtacuixtla.
Sol y sombra ha sido el gobierno de Mena Rodríguez. Tal vez su preeminencia académica terminó dominándolo y el suyo se convirtió en un gobierno frío que no alcanzó por llegarle a la gente como él hubiese pretendido. Y tal vez por eso fue la derrota tan contundente que él y su partido sufrieron en las urnas.
No sólo fue el avasallamiento electoral que sufrió en 2018 con el huracán llamado Andrés Manuel López Obrador, sino también en este 2021 con los resultados del domingo. La buena herencia electoral que en 2016 recibió del gobierno de Mariano González Zarur se fue toda en tan solo 4 años y seis meses.
En las elecciones locales de 2015, la alianza PRI-PVEM-Panal ganó 8 de las 15 diputaciones de mayoría, una de las cuales fue la del mismo Marco Antonio Mena.
En los comicios de 2016, de los cuales él surgió como gobernador, el PRI solo o en alianza con el PVEM, el Panal o el PS, obtuvo el triunfo en 19 de los 60 municipios de la entidad. Entre esos municipios se encontraban algunos de los más importantes, como Tlaxcala, Huamantla, Chiautempan, Ixtacuixtla y Nanacamilpa.
En 2018, sin embargo, comenzó la debacle: no ganó ni uno solo de los 15 distritos electorales locales en disputa, y apenas alcanzó una diputación de representación proporcional.
En las elecciones de este año, el PRI obtuvo triunfos solamente en siete municipios: Totolac, Cuapiaxtla, Zitlaltepec, Tocatlán, Emiliano Zapata, Españita y Tzompantepec. Es decir, perdió todos los considerados de importancia poblacional, política y económica.
En diputaciones locales, el PRI sólo ganó un distrito electoral y lo hizo en alianza con el PAN, PRD, PAC y PS. Un desastre.
Esos son los datos electorales, fríos, como fue el mismo gobierno de Marco Antonio Mena.
La cuestión ahora es que el gobernante ya se va y quien va a sufrir es el PRI. Si con la llegada de Marco Antonio Mena se abrió la posibilidad de una nueva generación priista, con su salida esa nueva generación prácticamente se acaba. Su mayor apuesta, Anabel Alvarado Varela, nunca creció. Ni como funcionaria ni como candidata.
Paradójicamente, la oportunidad de revivir al partido en Tlaxcala queda en manos de alguien que puede ser considerado un opositor al gobernador, pues fue éste quien marcó su distancia a raíz de los resultados electorales de 2018. Como diputado federal, Mariano González Aguirre se convertirá en una figura central del priismo tlaxcalteca. Ni siquiera lo será Anabell Ávalos Zempoalteca, quien con su derrota en la propia capital que gobernó, queda políticamente lastimada.
Lineazo: Lorena Cuéllar Cisneros recibió este domingo la constancia de mayoría que la acredita como gobernadora electa de Tlaxcala. Ya habrá oportunidad de analizar algunos números de la elección, una vez que se hagan oficiales por parte del Instituto Tlaxcalteca de Elecciones.
Por lo pronto, debe decirse que tras de sí tuvo un gran respaldo que le hizo no sólo ganar la gubernatura, si una cómoda mayoría en la Cámara de Diputados, que seguramente la respaldará en algunos de sus principales proyectos. Eso, en sí mismo, ya representa una gran responsabilidad, la principal: no dilapidar el respaldo político que se le dio en las urnas. La experiencia de Marco Antonio Mena, le podría servir de ejemplo.