SIN LÍNEA Por HORACIO GONZÁLEZ - Linea de Contraste

SIN LÍNEA Por HORACIO GONZÁLEZ

Lorena Cuéllar, al ala dura de Morena

 

El cálido recibimiento que durante su toma de protesta como gobernadora Lorena Cuéllar Cisneros dispensó a la jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, fue la confirmación del pacto político que concretó con ella cuando, siendo gobernadora electa, participó de un desayuno hace tres semanas invitada por quien es considerada la favorita del presidente Andrés Manuel López Obrador para hacerse de la candidatura presidencial en 2024 por el Partido Movimiento de Regeneración Nacional (Morena).

Aunque no quiso ser reconocido de esa manera, ese desayuno en el que también participaron las gobernadoras electas de Baja California, Colima, Campeche y Guerrero, sirvió para concretar un pacto político de cara a la sucesión presidencial. Apoyar dentro de ese instituto político a Claudia Sheinbaum en su intención de ser la primera presidenta de México.

Ese acuerdo político con Claudia Seinbaum, implícitamente, se firmó también con López Obrador, quien cada que puede en sus conferencias mañaneras la confirma como su favorita.

Por eso seguramente fue el frío recibimiento, en el mismo evento de su toma de protesta, que Lorena Cuéllar dio al coordinador de la bancada morenista en la Cámara de Senadores, Ricardo Monreal Ávila, coincidiendo con el trato ahora distante que el propio presidente le da en la actualidad al zacatecano.

La de Cuéllar Cisneros es una puesta alta que puede resultarle, aunque valdría la pena recordar que los últimos cuatro presidentes de la República no pudieron dejar sucesor. Fueron los casos de Ernesto Zedillo, Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto.

Las condiciones políticas y económicas en este sexenio son diferentes a las de sus antecesores, y a pesar de que en 2020 México tuvo la más fuerte crisis económica de sus últimos cien años, ocasionada en gran medida por la pandemia del coronavirus, López Obrador goza de aprobaciones muy similares a las que tuvieron Fox y Calderón a mediados de su sexenio.

Es decir, pese al número de empleos perdidos, de muertes por el manejo de la pandemia, del desabasto de medicamentos en clínicas y hospitales, de una cada vez más disminuida inversión pública y privada en el país, y del crecimiento de pobres en todo el territorio nacional, López Obrador goza de una alta popularidad y diversas encuestas perfilan un triunfo de Morena en las elecciones presidenciales, de dos a uno sobre su más inmediato perseguidor, que es Acción Nacional (PAN). Por eso es la apuesta anticipada de tres años de Lorena Cuéllar para respaldar a la jefa de Gobierno de la Ciudad de México.

Los últimos gobernadores que tuvieron el respaldo de un presidente de la República fueron Héctor Ortiz Ortiz y Mariano González Zarur. El primero, por parte de Felipe Calderón, a pesar de lo cual la relación se enfrío en los últimos meses de la administración orticista cuando el mandatario estatal decidió no respaldar la candidatura de Adriana Dávila. El segundo, por parte de Enrique Peña, que no le sirvió, sin embargo, para dejar como su sucesor a Ricardo García Portilla, aceptando como alternativa la candidatura de Marco Antonio Mena Rodríguez; hoy, entre ambos, hay un rompimiento político.

La apuesta de Cuéllar Cisneros es que su gobierno tenga el respaldo presidencial del gobierno federal, no sólo hasta 2024, sino hasta la culminación de su administración. Por eso se ha puesto claramente del lado de Claudia Sheinbaum.

Que resulte la apuesta, es algo que se verá con más claridad dentro de dos años. Lo cierto es que Lorena Cuéllar ha decidido, por una muy calculada decisión política, pertenecer al círculo presidencial, el cual cada vez se hace más reducido con el fortalecimiento del ala dura del morenismo.

Lineazo: La reunión y el acuerdo de senadores panistas con el partido español Vox ha causado mucho revuelo en la clase política del país, a tal grado que ya existen voces que piden la destitución de Julen Rementería como coordinador del PAN en el Senado.

En Tlaxcala poco o nada se ha hablado del tema, pero en esa reunión estuvo presente la tlaxcalteca Minerva Hernández Ramos, quien ha preferido guardar silencio sobre el polémico acuerdo que existió y que pretende evitar que el país caiga en manos del comunismo.

Al parecer, Minerva Hernández forma parte de aquellos panistas que se encuentran en el limbo. No sólo la derrota electoral en Tlaxcala la ubicó en un difícil panorama, sino que la licencia de su dirigente nacional, Marko Cortés, quien busca la reelección en el PAN, la hizo perderse por completo.

Que una política que hasta hace una década estaba ubicada en la izquierda del espectro político-electoral, se haya colocado por decisión propia a la extrema derecha de un partido de derecha, deja mucho que desear. Lo desee o no, se encuentra en una situación delicadísima y la hará ver como una apestada dentro del panismo. Tal vez, como lo fue en su tiempo en el PRD, cuando en 2010 decidió claudicar en sus aspiraciones de buscar la gubernatura.