CÍRCULO ANALÍTICO Por ALEJANDRO FRANCISCO GUTIÉRREZ CARMONA
La deuda histórica
México ha tenido una historia de sufrimiento y explotación a lo largo de varios siglos, a partir de la expansión por medio del comercio, las grandes potencias marítimas del siglo XV, sobre todo, España y Portugal, se dieron a la tarea de financiar expediciones para encontrar nuevas rutas comerciales; el genovés Cristóbal Colon (1451-1506), inicio un viaje que transformaría el rumbo de la historia. En 1492 se denominó de acuerdo a la periodización “el descubrimiento de América”. A partir de este momento histórico, España sentaría sus bases económicas, políticas e ideológicas para conquistar el nuevo continente. Todo el transcurso del siglo XVI, XVII y XVIII fue de explotación y subordinación a España. En lo económico, se explotaban los recursos naturales de la Nueva España para llevarlos a las arcas reales de Madrid, sobre todo, la minería y la agricultura fueron la base de la economía, se estableció la Real Hacienda, que centralizaba los recursos económicos a través del pago de alcabalas. Se monopolizaban los recursos naturales por medio de los estancos y se arrendaban a los particulares que quisieran comercializar el tabaco, la pólvora o incluso los juegos de naipes y gallos.
En el aspecto político, los españoles establecieron sus ayuntamientos para poder administrar las finanzas y controlar las actividades comerciales; los virreyes jugaron un papel fundamental para tomar las decisiones políticas de ese momento, por ejemplo, dar o quitar algún arrendamiento a los comerciantes. Cuando un virrey visitaba alguna ciudad se realizaban grandes festines, un gran banquete, ocio, e incluso, una gran variedad de postres. Todas estas actividades las tenían que realizar los indígenas y pequeños comerciantes. Mientras que la parte ideológica, era cubierta, esencialmente, por los religiosos, a través del catecismo se enseñaban los usos y costumbres de la fe católica y se inculcaba cumplir a cabalidad con lo que mandaran los españoles. El bautizo, sirvió, en un inicio, para que los indígenas se convirtieran en tributarios y pagaran el diezmo.
Con el reformismo borbónico, se intensificaron las presiones fiscales, ya que hubo un incremento en los impuestos y una política en contra de los religiosos, a tal grado de expulsar a los jesuitas en 1767 y quitarles sus propiedades para que fueran más productivas. Esto afecto a varios sectores sociales, pero esencialmente, al sector católico, por ello es que el cura Miguel Hidalgo y José María Morelos y Pavón emprendieron una rebelión social en contra de las medidas económicas que se habían tomado y reclamando una autonomía política tomando como estandarte el escudo de la Virgen de Guadalupe en 1810. Posteriormente, este acontecimiento se cristalizó en las Cortes de Cádiz, que fue una asamblea política en 1811. Estas asambleas reflejaron que el dominio político seguía en manos de la clase dominante, o sea, de los españoles.
A partir de 1855 y 1863, en los gobiernos de Juan Álvarez, Ignacio Comonfort y Benito Juárez, se aprobaron reformas para separar la Iglesia del Estado, y de esta manera, se le daría legitimidad a la unión matrimonial por la instancia civil. Con esta separación de poderes se le había dado un pequeño rasguño a la Iglesia, pero en la práctica seguía gozando de cabal salud, ya que esta institución seguía siendo el motor ideológico del siglo XIX.
Desde 1876 hasta 1911, estuvo en el poder político Porfirio Díaz, un militar destacado, que se había encargado de darle mucho peso a la administración urbana, pero, en contraste, un evidente abandono al campo y a los campesinos que seguían aguantando los maltratos y la explotación del hacendado, por eso, es que una de las figuras emblemáticas de la revolución mexicana sería un campesino de nombre Emiliano Zapata quien diría: “la tierra es de quien la trabaja”, sin embargo, en la práctica y jurídicamente, esto era un sueño. La tierra era propiedad privada del hacendado. La rebelión de 1910 se llegó a considerar como una revolución, pero en la práctica los que siguieron gobernando a México fueron las clases dominantes, los pequeños y grandes propietarios de tierras.
En conclusión, sólo hubo una transformación, en el estricto sentido de la palabra, cuando los españoles llegaron al nuevo mundo en 1492, porque transformaron económica, política e ideológicamente a los territorios conquistados. Después de ese momento las clases dominantes han estado situadas sobre las espaldas de la clase trabajadora. La cuarta transformación, en el gobierno de Andrés Manuel López Obrador, manipula la historia, divulgado, que en este gobierno, hay una cuarta transformación, refiriéndose a los anteriores acontecimientos, pero, en la práctica, esa es una mentira, la clase dominante mexicana sigue teniendo el control económico, político y social del país. No ha llegado a la presidencia de México alguien que haya emanado de la clase explotada, por eso, hay una deuda histórica por saldar.
Los herederos de la clase trabajadora siguen en pie de lucha y se han convertido en la vanguardia proletaria; desde 1974 el Movimiento Antorchista ha abanderado las causas de la clase explotada, gestionando vivienda, electrificaciones, escuelas, agua potable, salud, infraestructura, etc. Fomenta el deporte y la cultura; sus dirigentes se juegan la vida en el campo de batalla para llevar mejoría a la clase trabajadora. Llego el momento de que todos los mexicanos se quiten la venda de los ojos y empiecen a darse cuenta de que hay luchadores sociales incansables que quieren acabar con la pobreza de este país.
Doctor en Historiografía en la Universidad Autónoma Metropolitana Unidad Azcapotzalco. Rector de la Universidad de Ciencias y Artes del Potosí (UCAP).Facebook: Alejandro Gutiérrez Twitter: FILOHISTO Correo electrónico: gucafco1986@gmail.com