SIN FILIAS Y SIN FOBIAS Por JOSÉ JACINTO VEGA - Linea de Contraste

SIN FILIAS Y SIN FOBIAS Por JOSÉ JACINTO VEGA

El periodo de gobierno más violento de la historia

En la semana anterior se alcanzó la mayor cifra de muertes violentas para un sexenio en la historia del país, el gobierno de Don Andrés superó a todos sus antecesores, en un periodo 18 meses menor, lo que hace vislumbrar que concluirá con un número mayor de este tipo de muertes y aun cuando su mandato durará dos meses menos, en razón de la reforma política que ajustó el calendario para que los presidentes de la República terminen su gestión el 30 de septiembre a partir del sexenio 2018-2024, el presidente López dejará alrededor de 200 mil muertes violentas, un sinfín de desaparecidos sin resolver sus casos, una cifra maquillada de muertes por Convid-19, oculta en certificados de defunción que aducen causas diferentes, aunque las cifras del INEGI pongan al descubierto cientos de miles de muertes atípicas en el periodo de la pandemia, a lo que suma la indolencia que tiene por enfermos de cáncer y otras enfermedades a los que ha dejado a su suerte.

Tal pareciera que una de las estratégicas ocultas del López-Obradorismo para reducir el impacto económico de una población numerosa, pobre, demandante de empleo y satisfactores, que el gobierno no puede atender, es voltear la vista y dejar que las cifras de muertes atípicas aumenten, bajo el supuesto de que cada una de ellas se traducen en un “problema” menos para su gobierno.

Entre las irresponsabilidades que podrán acusárseles a Don Andrés y su equipo, una vez que dejen el poder, será la de haber sido un gobierno premeditadamente “eutanásico”, que silenciosamente generó condiciones para que hubiese mayor número de muertos, ya sea por acción, al desabastecer medios para evitarlo, o por omisión, al dejar actuar a los grupos delincuenciales con holgura.

Conforme la violencia se adueña de la vida económica y social del país, esta se muestra como parte de la estrategia López-Obradorista para sostenerse en el poder, al mantener a una población y sus estructuras productivas atemorizadas, lo que facilita la manipulación político-electoral; a la ya extendida red de grupos delincuenciales nacionales se han agregado un número creciente e incalculable ya, de extranjeros, principalmente sudamericanos, que operan como brazo armado del crimen organizado, a cambio de lo cual este les deja lavar parte del mucho dinero que han generado en sus países por la producción y trasiego de sustancias ilegales.

Tlaxcala, a la par que las demás entidades del país, gradualmente ha ido siendo permeada por la violencia, casi no hay día, en que al menos no suceda una muerte, o un asalto con violencia, lo que es signo visible de un estado fallido; la ciudadanía queda indefensa ante la ineficiencia del gobierno para devolverle la paz social, o lo que sería peor, a merced de la complicidad entre las estructuras del crimen organizado y las de seguridad, lo que contrasta con la intensa actividad mediática oficial, que pareciera querer cubrir la nota roja con notas de color, que aluden a una situación idílica que está lejos de existir.