SIN FILIAS Y SIN FOBIAS Por JOSÉ JACINTO VEGA - Linea de Contraste

SIN FILIAS Y SIN FOBIAS Por JOSÉ JACINTO VEGA

El despido de Don Alfonso y los pactos entre familias del poder en Tlaxcala

En días pasados circularon comentarios en columnas locales, respecto al despido del exgobernador tlaxcalteca Alfonso Sánchez Anaya del cargo que ocupaba en la Secretaría de Gobernación federal; independientemente de los motivos que impulsaron su salida, que al parecer se relacionan con su renuencia a asistir a las oficinas y querer despachar desde su domicilio, Don Alfonso, ni empeoró ni fortaleció su relación con el Presidente López Obrador, quien solo le ha mostrado medianas consideraciones desde el inicio de su gobierno; en pocas palabras, a Don Andrés, ni fría, ni caliente la relación entre ambos, simplemente tibiecita.

La fuerza política que en la entidad aparenta tener Don Alfonso, viene más de la consideración particular que la Gobernadora Cuéllar le tiene que de un auténtico peso político, el cual, hoy es solo la sombra del que tuvo hace veinte años.

El despido de Don Alfonso despertó el ánimo elucubrador de algunos, quienes empezaron a vaticinar que el proyecto de la familia Sánchez para el 2027 se había descarrilado al ya no tener presencia en el gabinete federal, cosa completamente falsa, ya que el plan de los Sánchez para llevar al “Ponchito” a la gubernatura se funda en cuestiones netamente locales, que trataremos de exponer:

  1. En Tlaxcala, históricamente un núcleo cerrado de familias ha detentado el poder político, al menos durante los últimos sesenta y cinco años; clanes vinculados al poder económico acumulado a partir del erario, así como a la estirpe hacendada, o quienes controlan instituciones con manejo impune de recursos, y últimamente, a lo que podría llamarse el cártel inmobiliario local.
  2. Dichas familias, si bien entre los años cincuenta a los noventas del siglo pasado se peleaban por el poder al interior del PRI, a partir de 1998 ampliaron el “terreno” de combate a los partidos de oposición, utilizando a estos para disputar la gubernatura, haciendo creer a las ilusas militancias que sus partidos vencían al PRI, aunque lo hicieron para llevar a otro grupo de priistas al gobierno en tres sexenios, incluido el actual.
  3. Si bien las batallas políticas entre estas familias eran “encarnizadas”, al final nunca se dañaban y terminaban por entenderse, o simplemente ignorarse, permitiéndose continuar negocios y dominios sobre sus cotos económicos y políticos. Lo anterior, ha permitido que, de las ultimas once gubernaturas, al Clan Cisneros y sus aliados les hayan tocado tres (Joaquín 57-63, Anselmo 63-69 y Lorena 21-27); a los Sánchez y aliados cuatro, (Emilio 75-81, Beatriz 87-93, Mariano 11-17, Mena 17-21) y cuatro repartidas entre actores políticos emergentes, pero no ajenos a las familias o a las neofamilias del poder local.

Los datos referidos en los numerales precedentes, ayudaran a entender, por qué, al final de su mandato Doña Lorena preferirá a alguien procedente de las familias del poder, que le garantice su seguridad posterior, que a quien aspire desde fuera, que puede resultarle impredecible. Por ello, el proyecto de los Sánchez 2027 tienen sustento familiar suficiente para concretarse, aún y cuando Don Alfonso no tenga “hueso”, ya que la fuente de su garantía es la propia gobernadora Cuéllar, y una circunstancia política relacionada con la alternancia de género para 2027, que posiblemente les imponga a los partidos políticos, postular hombres para la gubernatura, en razón de que casi todos ellos impulsaron mujeres en 2021. Por tanto, el proyecto del “Ponchito” sigue en pie, aún y cuando este parece ni quererlo, ni tener facultades para ello. Simplemente pactos entre familias del poder.