SIN LINEA Por HORACIO GONZÁLEZ
Morena, la explosión que viene
Más temprano que tarde, lo que internamente sucede en el Partido Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) va explotar. Ese instituto político se ha emperredizado y las disputas intestinas van a dejarlo partido en dos en pleno proceso electoral.
No sorprende lo que sucede en Tlaxcala. Los morenistas sólo repiten lo que observan a nivel nacional, cuya actual dirigencia interina pretende ajustar cuentas con su antecesora y llevarla a la justicia acusándola de actos de corrupción, precisamente lo que más dice abominar el presidente Andrés Manuel López Obrador.
Lo que sucede en el Congreso del estado es fiel reflejo de lo dividido que Morena se encuentra. Su bancada está dividida en dos grupos y cada uno jala para sí a quienes fueron sus aliados en las elecciones de 2018. Y también se los divide en dos.
Por eso el diputado local Víctor Castro López abandona las filas petistas y se incorpora a las de Morena, llevándose consigo todas las mañas aprendidas dentro del Partido de la Revolución Democrática (PRD), de donde proviene antes que ellos. Además, no pierde la posibilidad de reelección porque si bien renunció a la bancada petista poco después de la mitad de su ejercicio como legislador, puede ser postulado para participar con la misma coalición que lo postuló, que fue Morena, PT y PES.
Por lo menos así se entiende del último párrafo del artículo 35 de la Constitución Política local, que establece que “los diputados podrán ser electos hasta por cuatro periodos consecutivos, siempre y cuando sean postulados por el mismo partido político o coalición que los postuló, salvo que hayan renunciado o perdido su militancia antes de la mitad de su mandato”.
Sin embargo, por la rijosidad con la que se ha conducido Castro López en sus labores legislativas, parece que Morena incorpora a sus filas a una verdadera ladilla, que servirá sólo para respaldar, ya desde dentro de ese instituto político, las aspiraciones de Lorena Cuéllar Cisneros en su propósito de conseguir la candidatura al gobierno del estado.
El problema es que la delegada del gobierno federal no la tiene fácil, pues el senador Joel Molina Ramírez le disputa esa misma candidatura. Por eso la crítica mordaz en su reconocimiento de que el estatismo en las dependencias federales, antes y durante la pandemia del Covid-19, retrasó la entrega de apoyos sociales. Pero, además, advierte que cualquier reparto con prácticas electoreras por parte de funcionarios, tendrá consecuencias legales.
Claro mensaje a Cuéllar Cisneros, quien -por si hiciera falta recordarlo- es la responsable de entregar los programas de apoyo en Tlaxcala, como cabeza de la delegación de la Secretaría del Bienestar.
Es en ese contexto que lo que ahora vive Morena tendrá consecuencias en el proceso y en la jornada electoral del próximo año una vez definida la candidatura. Parece que la polarización no tendrá tregua a pesar de los intentos que seguramente realizará el Comité Ejecutivo Nacional, y es ahí donde la oposición tiene su oportunidad.
Pero que los partidos políticos opositores a Morena no se confundan. No es lo mismo oposición que oposiciones. Todos juntos, con la postulación de una sola candidatura, tienen posibilidad, la cual se reduce considerablemente si se dividen y van solos a las urnas.
En esa circunstancia, es importante el papel de un líder con fuerza de convocatoria que aglutine a esa oposición. El problema, lamentablemente para ellos, es es que no lo hay y, por cómo se ven las cosas, es muy probable que no lo haya. Al correr de los meses veremos qué dicen las dirigencias nacionales, que en una negociación que abarque todo el país, podrían llegar a acuerdos.
