SIN LÍNEA Por HORACIO GONZÁLEZ

El peligro de la verborrea
Ya comienzan a resentirse las medidas tomadas por las autoridades para evitar el contagio masivo del Coronavirus, Covid-19. En varias entidades federativas las autoridades determinaron el cierre de bares, cabarets, cines, teatros, gimnasios, museos e iglesias, además de la sabida suspensión de clases en las instituciones educativas de todos los niveles.
Los gobiernos estatales y el federal determinaron suspender muchas de sus actividades, dejando sólo aquellas indispensables que tienen que ver con el sector salud, la seguridad y la energía. Es claro que, como lo señala el subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell, necesitamos hospitales, combustibles, energía eléctrica, seguridad pública, servicio de limpia. Así que un gran número de personas que trabajan en el gobierno no pueden suspender sus trabajos.
Este tiempo difícil que se avecina, sin embargo, ya está dejando una grave y preocupante polarización entre la sociedad, mayor a la que ha sido atizada por el presidente Andrés Manuel López Obrador desde el inicio de su gobierno. Nunca fue buena idea dividir a los mexicanos en fifís y chairos, conservadores y liberales.
Es un hecho que la crisis del Coronavirus va dejar decenas de empresas y pequeños negocios a la quiebra, traslapándose a la irremediable pérdida de fuentes de trabajo para miles de personas en el país. Por eso preocupan afirmaciones tan demagogas e irresponsables como la del gobernador de Puebla, Miguel Barbosa Huerta, quien apenas este miércoles expuso que los ricos son los que tienen el mayor riesgo de contagiarse y que “los pobres estamos inmunes”.
Ni en sus mejores días el presidente López Obrador ha afirmado semejante tontería. Quizá por eso sería prudente que el mandatario nacional actuara en consecuencia para censurar semejante estupidez verbal.
Respecto a Barbosa Huerta, es probable que ni él se haya creído sus dichos, sobre todo sabiendo que en mayo de 2018, siendo candidato a la gubernatura de Puebla por la coalición Juntos haremos Historia, reconoció que ocultó en su declaración 3de3 el número total de propiedades que poseía, que en ese entonces calculó en 25 millones de pesos. En su oportunidad, cuando fue descubierto en su farsa, reconoció que no había reportado la totalidad porque las compró “hace mucho tiempo” y porque fueron puestas a nombre de sus hijos, siendo que éstos eran dependientes económicos.
Más allá de recordar que pobre no es, las declaraciones del gobernador de Puebla no pueden dejarse pasar. Es cierto que el número de portadores del Covid-19 se dio a partir de casos exportados, debido a que el virus fue contagiado en el extranjero. Sin embargo, el contagio no puede atribuírsele a los ricos por ese solo hecho, pues personas que viajan al extranjero lo hacen por necesidad: estudio, trabajo, negocios, deporte.
En el caso de Tlaxcala, con las medidas que comenzaron a ser adoptadas por los gobiernos estatales y el federal, existen voces que critican que trabajadores y trabajadoras vayan a sus casas percibiendo salario. Se pronuncian, en consecuencia, porque las percepciones salariales sean disminuidas. Es cierto, en el país existe un gran número de funcionarios que forman parte de una clase dorada a veces insensible a los problemas de la vida real de la población. Pero de ninguna manera es la generalidad.
Por eso, en esta situación extraordinaria por la que atraviesa el país, no hay que dejar de criticar y reprobar afirmaciones como las del gobernador de Puebla, pues se corre el riesgo de que se extrapolen peligrosamente a la sociedad, ya de por sí polarizada con el discurso mañanero que se da desde Palacio Nacional.
Lineazo: En el anuncio que el gobernador Marco Antonio Mena Rodríguez hizo sobre el primer caso de Coronavirus en Tlaxcala, se hizo bien no informar dónde vive la persona contagiada. Existen casos en el país en los que la gente, sabiéndolo, recurre al bulling contra las personas infectadas con el virus. Evitar casos similares, evitando esa información, fue actuar con prudencia.