SIN LINEA Por HORACIO GONZÁLEZ

La amenaza presidencial
Agobiado por la crisis de la pandemia del coronavirus y por la crisis económica que ya costó al país un millón de empleos formales en los últimos tres meses, el presidente Andrés Manuel López Obrador inició la estrategia de la apertura económica para darse un respiro, invitando a los mexicanos a salir a pesar de los riesgos sanitarios que ello implica porque, es seguro, su invitación costará muchas vidas más.
Pero hay una tercera crisis que el presidente tiene encima: su relación con los gobernadores. En las últimas semanas ésta se ha desgastado sobremanera con la exigencia de los mandatarios estatales de que la federación les resarza recursos económicos empleados durante la contingencia, aunado a una demanda para revisar un pacto fiscal con más de 30 años sin actualizar.
Con relación a esa tercera crisis, al salir a sus giras por el interior del país, López Obrador busca un objetivo: dividirlos. La debilidad de muchos mandatarios estatales, reflejada en las encuestas electorales rumbo a las elecciones de 2021, hará irremediablemente que varios caigan en la trampa presidencial. Puede haber varios motivos para caer, pero bien puede circunscribirse en uno: la posibilidad de pisar la cárcel acusados de cometer delitos de corrupción y de enriquecimiento ilícito.
Parece, por lo que se observa, que el gobernador Marco Antonio Mena Rodríguez, se sabe en una posición de debilidad. Por eso el presidente de la República decidió que Tlaxcala sería una de las entidades federativas que primero visitaría en sus giras por el interior del país.
El anuncio de que Tlaxcala no recurrirá a la contratación de deuda pública a pesar de las presiones al gasto en materia de salud por el coronavirus, es un guiño clarísimo de Mena Rodríguez al presidente después de que en reiteradas ocasiones éste se ha negado a endeudar al país, como otras naciones, para llevar a cabo medidas contracíclicas que aminoren la crisis económica que se avecina y que muchas familias ya tienen encima.
Consecuencia de esa debilidad política, Mena Rodríguez estaría entregando la plaza a quien el Partido Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) postule en la elección de la gubernatura. Sobre todo porque la diferencia que existe entre ese instituto político y la segunda fuerza electoral, que sigue siendo el Revolucionario Institucional (PRI), rebasa los 20 puntos porcentuales.
La entrega de plaza es una hipótesis en la que este espacio ha insistido. Lo cierto es que en el tricolor existe molestia por el comportamiento del mandatario estatal, pues la militancia del gobernador no se refleja en el comportamiento y en el movimiento de estructuras dentro del partido, que además no ha dejado de estar en el ojo siempre vigilante de Fabrizio Mena, el denominado hermano incómodo en esta administración estatal.
Con un comportamiento lento e irregular en varias de las Secretarías de su gabinete, con todas las encuestas electorales ampliamente a favor de Morena y con un perfil político bastante gris en los ámbitos nacional y local, Mena Rodríguez tal vez tenga ahora el argumento para mantener inamovible la estructura gubernamental y partidista tricolor.
Recordémonos las palabras de López Obrador en su última visita de trabajo a Tlaxcala: “vamos a estar muy pendientes del comportamiento de las autoridades estatales para garantizar que haya elecciones limpias y libres. Que no estén pensando los gobernadores que no se va a meter el gobierno federal; que no crean que ellos sí van a poder aplicar prácticas de compra de voto, de acarreo, de dádivas”.
Ya tiene el argumento. Sólo debe recordarse, y eso lo sabe bien el gobernador porque laboró en el Instituto Nacional Electoral (INE), que el gobierno federal no es el que debe vigilar el comportamiento de las autoridades de los tres órdenes de gobierno. Para eso existen las instituciones electorales, las cuales, por cierto, están siendo tundidas desde el púlpito presidencial.
Pareciera que López Obrador las quiere hacer a un lado, como lo ha hecho con otras instituciones, para hacerse de funciones que no le corresponden. Él y los suyos -al igual que los gobernadores, por supuesto- son los que deben estar en permanente vigilancia, particularmente porque hay demasiadas señales de que su actual mayoría en la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión la quiere mantener a toda costa.
Lineazo: En la gira presidencial realizada el martes pasado, el subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell, afirmó que en Tlaxcala se están haciendo bien las cosas para controlar la pandemia del coronavirus. Al día siguiente, el secretario de Salud en el estado, René Lima Morales, afirmó que el semáforo epidemiológico para Tlaxcala podría cambiar a naranja la próxima semana.
Habrá que ver con qué argumentos el funcionario estatal sostiene su adelanto, pues el número de casos por contagio no disminuye. En concordancia con lo anterior, los comunicados de la SESA resaltan, desde hace varios días, el número de recuperados. Es decir, cambió el discurso y parece que vamos a una línea similar a la del gobierno federal: la inmunidad de rebaño. Peligrosa la apuesta.