SIN FILIAS Y SIN FOBIAS Por JOSÉ JACINTO VEGA - Linea de Contraste

SIN FILIAS Y SIN FOBIAS Por JOSÉ JACINTO VEGA

El sueño de Don Andrés: Controlar al INE y al TEPJF.

 

La Integración del Consejo General del Instituto Nacional Electoral (INE) y de la Sala Superior del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) son, a estas alturas del periodo de gobierno de Andrés Manuel López Obrador (le restan 29 meses), las dos obsesiones mayores que le quedan al muy popular y tropical mandatario nacional. La finitud de su presidencia se combina con las frustraciones propias de estar cada vez más cerca de no poder lograr su sueño de destruir todo aquello que se hizo antes de él, aunque a ciencia cierta no parezca tener muy claro con qué lo quiera sustituir en serio, y no solo con las ocurrencias que le brotan al calor de sus enojos.

La lista de sus sueños inconclusos se da a raíz de los resultados de la elección de junio de 2021, cuando no pudo alcanzar la mayoría calificada en la integración de la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión, lo que le habría permitido modificar la constitución a su antojo (en el Senado tiene esa mayoría), sus siguientes sueños rotos se dan con las dos innecesarias, costosas e inútiles consultas populares que a tras mano impulsó, una para ver si podía meter a la cárcel a los expresidentes, y otra para manipular la revocación de mandato con una mentirosa “ratificación” que pretendía para acorralar al Congreso y demás instituciones que le son molestas, a ello siguió la fallida reforma constitucional en materia eléctrica, y todo parece indicar, que igual suerte tendrá con sus iniciativas, electoral y de la Guardia Nacional.

La principal razón de la división de poderes es evitar que uno solo de ellos pueda controlar los actos de los otros dos y, aunque en la práctica muchas veces el Ejecutivo ha incidido en el Legislativo y el Judicial, en momentos cruciales han sido un dique para contener los excesos del presidencialismo exacerbado que ha privado en México desde que nos convertimos en nación independiente. Incluso, en los últimos treinta años la incorporación de los organismos constitucionales autónomos ha venido a ser un contrapeso más para acotar el hiper poder presidencial y, en materia electoral, el desarrollo de los órganos administrativo y jurisdiccional es una clara muestra de ello.

Don Andrés, quien es el más preclaro heredero del priísmo más añejo, de aquel en que los presidentes eran reyes sexenales, se siente incómodo con la existencia de instituciones a las que no pueda mover a su capricho, por ello, ha suprimido cuanta instancia se le ha atravesado y, de no existir contrapesos, quizás lo seguiría haciendo hasta no quedar más que las fuerzas armadas y él, siendo las primeras solo ejecutoras de sus mandatos.

López Obrador tiene claro que mientras exista una oposición que le pueda frenar sus ocurrencias, así como instituciones que le obliguen a ceñirse a la ley, su sueño de ser mientas la vida le alcance, el poder tras los presidentes que vaya imponiendo cada seis años se verá frustrado; por ello, el INE y el TEPJF le son un estorbo en sus condiciones actuales, por tanto, todo indica que su última batalla sexenal será en contra de ambas instancias. Bien sabe, que no será lo mismo pedir el voto para él, que para quien sea su delfín, llámese Claudia, Marcelo, Adán Augusto o como sea.

Su apuesta tiene pocas posibilidades de salir adelante, lo más probable es que no haya reforma electoral antes del proceso 2023-2024, y que se deba competir con las reglas actuales, aunque con un INE ya sin Lorenzo Córdoba ni Ciro Murayama, quienes se van en marzo de 2023, momento en el cual Don Andrés intentará sustituirles con alguien que le garantice resultados como los pida, aunque estos no sean los que la ciudadanía haya votado.