SIN FILIAS Y SIN FOBIAS Por JOSÉ JACINTO VEGA
¿Alguien sabe algo del PAN en Tlaxcala?
En el mar de dominio que MORENA tienen en Tlaxcala, su oposición literalmente no existe, si bien hay quienes cómodamente devengan un sueldo, y consumen las prerrogativas que por Ley les tocan a los partidos políticos, lo cierto es que, la vida interna y externa de los institutos partidistas en la entidad es hoy solo un club de becarios que aguardan el reparto de candidaturas plurinominales para 2024, para pasar a otro nivel de beca.
El PAN hasta la última década del siglo veinte, simplemente era una fuerza testimonial que a lo mucho lograba una diputación de representación proporcional y un par de ayuntamientos; a mediados de los años noventas impulsado por la candidatura presidencial de Diego Fernández de Ceballos (1994), mejoró efímeramente un poco su posicionamiento, y tuvo su auge cuando el “Grupo Universidad” lo utilizó para llevar a la gubernatura a su patriarca Héctor Ortiz, que coincidió con la era panista en la presidencia de la República, que el panismo local desperdició para expandirse al llevar dos veces como candidata a la titularidad del Ejecutivo a Adriana Dávila, quien nunca superó su condición de política muy encasillada en la medianía.
En 2021, al renovarse la dirigencia local, un grupo de “Adrianistas” decidió que ya “chole” de la hegemonía de Dávila al interior del partido y la apuñaló para quitarle toda influencia, y construir una nueva “mafia de poder”, que controle: dirigencia, prerrogativas, candidaturas y todos los bienes tangibles e intangibles del partido; solo que al emitirse la convocatoria para la renovación de los comités estatales por parte de la dirigencia nacional, esta, como parte de la hoy insoslayable paridad entre géneros, decidió que Tlaxcala sería una de las entidades en que la dirigencia sería encabezada por una mujer, lo que generó un dilema para los cabecillas de la nueva mafia azul tlaxcalteca, quienes rápido lo resolvieron al más puro estilo de la política provinciana, “sino pude ser un varón el candidato, pues que sea su esposa, hija o hermana”, y así se conformó la planilla que destronó a Dávila y su aliada Minerva Hernández, quien ha sido un lastre para Adriana desde que tuvo la mala idea de aceptar en 2010 su declinación a la candidatura del PRD para sumarse con Dávila y perjudicarla en la que fue su única posibilidad real de ser gobernadora, ya que en 2016 solo hizo el ridículo.
La traición a Dávila fue encabezada por alguien que siempre se esforzó por aparentar ser su más cercano seguidor, quien aliado con el dinero del exedil de Apizaco impuso a su pareja sentimental como presidenta del comité estatal azul, y desde entonces ese color se ha confundido entre lo gris y lo negro, regresando al PAN a los niveles testimoniales de la era pre orticista. Sin duda alguna que los cuatro proyectos principales, si no es que los únicos, de quien hoy encabeza la dirigencia panista tlaxcalteca son: encabezar ella la lista plurinominal local en 2024; su pareja alguna candidatura a diputado; su cuñado de regreso al ayuntamiento de Apetatitlán, y para el exedil apizquense poner su nombre como candidato al Senado, ya sea por la moribunda alianza con el PRI y PRD, o por el PAN en solitario.
Es lamentable ver como las nuevas generaciones de políticos han burocratizado a los partidos políticos, lo que en el caso del PAN es mas grave, ya que enfrenta el tratar de sostener una ideología rancia del siglo XIX, ante la sociedad del siglo XXI, lo que si bien le permite mantener el voto duro de la parte más conservadora del pueblo, esta no resulta atractiva para las nuevas generaciones de votantes, más comprometidas con los movimientos de derechos humanos, a los que los conservadores tanto desprecian.