SIN FILIAS Y SIN FOBIAS Por JOSÉ JACINTO VEGA - Linea de Contraste

SIN FILIAS Y SIN FOBIAS Por JOSÉ JACINTO VEGA

Siete divisas de AMLO como gobernante.

Primero, su capacidad de construir narrativas con base en medias verdades y mentiras enteras, que sabe vender muy bien entre su clientela electoral, quienes sin razonar lo que escuchan, simplemente lo creen, aunque poca o ninguna relación tenga con la verdad, lo que le permite utilizar al pueblo que llama “sabio y bueno” para justificar sus recurrentes abusos de autoridad, que disfraza como voluntad popular, construida y manipulada a su antojo.

Segundo, su recurrente ignorar a las leyes, las cuales, cuando no se ajustan a sus caprichos busca cómo evadirlas, modificándolas al más puro estilo de “Varguitas”, el personaje de la película “La Ley de Herodes”, o simplemente no se apega a cumplirlas, a sabiendas de que cuenta con la Suprema Corte de Justicia más entregada al Ejecutivo de que se tenga memoria.

Tercero, su desprecio a las instituciones, que como buen aspirante a tirano le estorban para hacer y deshacer con los procedimientos que deben seguir, para muestra sus muchas compras sin licitación alguna, o la creciente entrega a las fuerzas armadas de funciones que deben ser responsabilidad de los civiles.

Cuarto, la burla cotidiana a sus colaboradores cercanos que aspiran a sucederle, a quienes ridiculiza llamándoles corcholatas y les incita a violentar las leyes realizando actos anticipados de campaña que le son soslayados por el Tribunal Electoral de la Federación, a cuyos integrantes tiene amedrentados para que no les toquen un pelo.

Quinto, el uso de personajes de la política para golpear a quienes le incomodan; en ello destacan como sus más fieles y bravos mastines el secretario de gobernación y la gobernadora de Campeche, el primero haciendo lo contrario a lo que son sus funciones respecto a mantener una buena relación con las entidades, a quienes recurrentemente hostiliza o soltando “borregos informativos” para distraer la atención hacia opositores, aunque luego se desdiga; la segunda, es el canal oficial para filtrar información que solo poseen los órganos de inteligencia del Estado, la cual cínicamente expone para pegar por consigna presidencial a quienes incomodan a Don Andrés.

Sexto, su obsesión por darle más y más dinero, así como responsabilidades civiles a las fuerzas armadas para asegurar su lealtad sobre todos los excesos y abusos que comete, que bien podrían serle observados por la milicia en su responsabilidad de salvaguardar a las instituciones que Don Andrés trata de demoler sin sustituirles por algo que sea mejor, como el caso de su sistema de salud que resulta menos efectivo que el de sus antecesores, con todo y los defectos que tenían; igual suerte puede correr el sistema educativo.

Siete, ser la reencarnación del viejo PRI, ese que tanto critica, pero que tanto imita, al fin y al cabo, que él es un priista de la vieja escuela, se formó en ella, y no sabe actuar diferente. De forma general estas son las divisas del estilo de mal gobernar de Don Andrés, el sofista del siglo XXI, quien igual que los atenienses de hace 25 siglos seguidores de esta escuela, busca la persuasión más no la verdad, con base en falacias o sofismos, como los que sostienen la narrativa López-Obradorista.