SIN FILIAS Y SIN FOBIAS Por JOSÉ JACINTO VEGA
Una piedra en la CNDH”
En los preliminares de la batalla legislativa por la reforma electoral, los cálculos sobre el número de respaldos a la propuesta de López Obrador no parecen estar suficientemente claros, sobre todo en el Senado de la República, en donde si el PRI recupera su cohesión, la reforma simplemente no pasará, no así en la Cámara de diputados a donde en teoría parece contar con una mayoría calificada, la cual podría verse fracturada de forma inesperada por los siguientes aspectos:
El PT y el PVEM necesitarían estar rematadamente ingenuos o inconscientes, si no alcanzan a prever que en el corto plazo, ambos serán víctimas de una reforma que elimine las diputaciones de representación proporcional, lo cual sería la antesala de su desaparición, por lo que en el último instante un rayo iluminador del pensamiento podría hacerles votar en contra.
La “ideota” (entiéndase idea grandota, no piensen mal), de someter al voto popular la designación de consejeros y magistrados electorales sería la antesala de una “dictadura de la visceralidad”, en la que, cuando una decisión de los órganos electorales no gustase al dictador, de inmediato sometería a votación la destitución de sus integrantes, bajo el criterio de que si los votó el pueblo, este, arengado por Don Andrés, los quitaría; lo anterior, sin contar que en materia electoral como presupuestal no se permiten consultas, plebiscitos, ni referéndums, para evitar situaciones dictatoriales; y no se crea usted el cuento ese de que el primero de octubre de 2024 López Obrador se retirará, simplemente instalará su “Maximato”, al estilo de Plutarco Elías Calles, para ello quiere a la dócil Claudia, o al obtuso Adán como sus sucesores. De ello tarde o temprano también deben darse cuenta el PT y el PVEM.
Es de suponer que Don Andrés sabe que la racionalidad puede volver a los dirigentes de los partidos de la estrella y ecologista, y que eso daría al traste su proyecto de reforma regresiva, ante ello, metió a jugar a la inefable presidenta de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, sí esa misma a la que ya puede considerársele como la peor en la historia de la Comisión, quien fiel al mandato de su jefe político, emitió una recomendación al Legislativo para: “llevar a cabo las acciones legislativas necesarias para efectuar las modificaciones que garanticen el derecho pleno a la democracia del pueblo mexicano, en el sentido de fortalecer nuestra democracia formal”, léase que conviertan al INE en lo que quiere López Obrador; incapaz de medir la dimensión de su acto, Rosario Piedra (fiel a su apellido) politizó y hasta partidizó a la CNDH, con lo cual ha dejado de tener la utilidad pública para la que fue creada; por tanto, el Legislativo debería remover a la presidenta de la CNDH de inmediato.
Resulta lamentable que los órganos garantes de los salvaguardar los derechos humanos, nacional como locales, sean más herramientas políticas de los gobiernos en turno que de defensa de la sociedad, si bien la CNDH había luchado, con altibajos, por tratar de construirse una imagen de real defensora del pueblo, con la señora Piedra llegó al extremo de entreguismo al Ejecutivo federal; en el ámbito local esto no debe sorprendernos, ya que el organismo estatal de la materia ha tenido una historia de sumisión al poder político desde su creación y hasta la fecha, en que tenemos a la peor versión de la CEDH que se recuerde.