SIN FILIAS Y SIN FOBIAS Por JOSÉ JACINTO VEGA - Linea de Contraste

SIN FILIAS Y SIN FOBIAS Por JOSÉ JACINTO VEGA

¿Nacerá una corriente democrática en el partido Acción Nacional?

El proceso de renovación de la dirigencia nacional del PAN ha expuesto ante la opinión pública lo que era un secreto a voces, tanto entre la militancia de dicho partido, como en los adictos a la política; que el PAN, es igual de democrático que el PRI, PRD, MORENA, MC, PT, PVEM, por no decir que es igual de antidemocrático. Pero esto no debe espantar, ni enojar a nadie, los partidos políticos así han sido, son y serán, ya que son parte del entramado de la democracia electoral, la cual es un mecanismo para evitar que la disputa por el poder político se dirima a balazos y, que, en cambio, se haga a través de formas más civilizadas de violencia, como las que vemos en cada proceso electivo.

Durante muchos años, la diferencia que el PAN tuvo con el resto de los partidos fue que, “la ropa sucia la lavaban en casa”, a diferencia de otros partidos que lo hacían en “lavaderos públicos”. En sus procesos internos, los azules son tan verticales como los demás, la autoridad se impone en forma piramidal, solo que, quienes no resultaban beneficiados asumían con resiliencia los agandalles que les infringían, a diferencia por ejemplo del PRD, a donde el pleito se volvía callejero. Sin embargo, una de las consecuencias de la “aliancitis” que en los últimos años han practicado diversos partidos, antes “enemigos naturales”, es una “simbiosis de malas” mañas, que han homologado a estas dentro de los institutos políticos que componen la baraja nacional y local de cada entidad federativa, lo que eventualmente llevó al PAN a utilizar también los “lavaderos públicos”.

Para los más veteranos en estas lides, aún está presente aquella corriente crítica del PRI que surgió a mitad de los años ochenta del sigo pasado, la cual fue encabezada por Cuauhtémoc Cárdenas, Porfirio Muñoz Ledo e Ifigenia Martínez Hernández, la que desembocó en 1988 en la conformación del Frente Democrático Nacional, integrado por cinco partidos políticos, quienes postularon a Cárdenas a la Presidencia de la República. El final de aquella historia es de todos conocida Cuauhtémoc “oficialmente” perdió la elección, pero posterior a ello consolidó el nacimiento del Partido de la Revolución Democrática, el cual surgió como la opción de izquierda que en ese momento era necesaria para equilibrar el eje geopolítico nacional, sin embargo, gradualmente el partido amarillo se fue convirtiendo en la más grande decepción para los seguidores de la izquierda, alejándose de la pretendida herencia política de la trilogía PCM-PMS-PSUM, para convertirse en una indescifrable mezcla ideológica, que últimamente se ha definido así mismo como social demócrata, lo cual resulta una puñalada infringida a los militantes de la vieja izquierda mexicana.

Paralelamente al nacimiento del PRD, en el PAN se vivió una transformación a partir de la elección federal de 1988. El gradual ingreso de empresarios, fundamentalmente norteños y del bajío a sus filas, comenzó a modificar sus viejas formas de hacer política, ya que, previo a ello, eran un partido dogmático, apegado su mezcla de creencias político-económico-religiosas, a donde la unidad de pensamiento era incuestionable. El arribo de figuras como Clouthier, Ruffo, Fox, y Medina, entre otros al partido azul, introdujo el populismo de derecha no solo a sus campañas electorales, sino en la forma de conducir al partido y en cómo fueron ejerciendo el poder político aquella primera generación de gobernadores panistas surgidos de la famosa “concerta-sesión” de 1988, mediante la cual el PAN reconoció a Salinas como ganador de la elección presidencial, presuntamente a cambio de algunas gubernaturas que en los siguientes años se fueron renovando.

Los párrafos precedentes, sirven de contexto para voltear a mirar la forma en la que el PAN está resolviendo la elección de su próxima dirigencia nacional, la cual podría equipararse a una “elección de estado”, ya que, el peso de las estructuras de gobierno afines a dicho partido, han inducido y conducido el otorgamiento firmas de apoyo hacia Marko Cortés Mendoza, para que este se reelija en el cargo de manera directa, al obstaculizar que otros aspirantes logren reunir el mínimo de firmas requerido para su registro, lo que finalmente provocó que Cortés fuera declarado candidato único. Si bien esto es una practica común en la vida de todos los partidos, el PAN hacia el exterior había procurado no verse “tribal” como el PRD, o “institucional” como el PRI, ni “familiar” como el PVEM, o tampoco como un “Maximato” como son MC y el PT, y mucho menos “caníbal” como MORENA. Hoy en día, el blanquiazul en sus formas internas ya es una mezcla de todos ellos.

La postura de Adriana Dávila, emitida tras los acontecimientos en torno al registro de aspirantes a la dirigencia nacional del PAN, ubican a esta ante dos caminos: uno, apechugar el agandalle, guardar silencio y esperar el ofrecimiento de un espacio en el próximo comité nacional, o, dos, armarse de valor y emprender una larga y desgastante cruzada en pro de la democratización interna de su partido. La primera opción le aseguraría un espacio en la cúpula partidista durante tres años, y en 2024 ser incluida en la lista de candidaturas al senado o diputaciones federales, aunque políticamente se diluiría entre el resto del panismo ortodoxo, la segunda opción la dejaría fuera de cúpula partidista al menos los siguientes tres años, y quizás la marginaría también de las listas de candidaturas en 2024, sin embargo, esto la podría poner al frente de la disidencia panista nacional que aspira a cambiar las formas de ejercer el poder al interior del albiazul, y la fortalecería como opción para la dirigencia nacional en el 24, posterior a la elección federal presidencial de dicho año, en la que al PAN se le ven escazas posibilidades de salir bien librado, ya sea que vaya de nuevo en alianza o solo, lo que generaría el contexto propicio para que Dávila emergiera como la opción de cambio dentro de su partido en 2024.

Para Adriana la decisión es compleja, ya que está en juego el resto de su futuro político, si bien sus posibilidades de ser gobernadora en 2027 ya son casi nulas, en razón de la paridad de género en las candidaturas de los partidos políticos, que en 2021 favoreció en Tlaxcala a las mujeres, y que en el 27 la regla tendría que favorecer a los hombres. Ella puede explotar otras vetas políticas que en el mediano plazo (tres años) le podrían ubicar en un escenario nacional como eventual líder partidista y posterior a ello continuar su carrera como legisladora federal.

En cuanto al panismo tlaxcalteca, su credibilidad política está muy evidenciada, sus dirigentes formales, uno ya es diputado local por tercera vez y desde dicho cargo está plenamente entregado a la voluntad de la gobernadora Lorena Cuéllar (no olvidemos que él antes que panista es empresario y requiere de estar bien con la que manda), y el segundo en jerarquía dentro del comité local panista, desde hace cinco años está bajo las órdenes de la hoy gobernadora, tan es así, que se le vio participando efímeramente en algunas acciones del proceso de entrega recepción como parte del equipo del gobierno entrante, y aún está en espera de ser “invitado al gabinete”. El resto de sus figuras presentes, todas se sometieron a la cargada en favor de Marko Cortés, y con ello desperdiciaron la oportunidad de ayudar a una paisana para que tuviese al menos la posibilidad de competir formalmente por la dirigencia nacional. Será complejo que otra u otro tlaxcalteca más aspire a ello al menos en el mediano y largo plazo, ya que todos ellos son políticos de nivel aldeano.

Lo anterior, sin duda anticipa lo que será la definición de la dirigencia local panista, a donde la estrategia parece ser implantar una “política de mandato conyugal”, ubicando a la esposa de alguien, que por género y por situación presente no puede aspirar a ser presidente del partido en este momento, al menos de forma directa, pero si pretende hacerlo a través de interpósita persona. El guion para la puesta en escena del panismo tlaxcalteca se está escribiendo bajo el género literario de la tragicomedia, lo cual ha de tener muy contenta a la gobernadora Cuéllar, ya que quienes podrían ser su principal oposición literalmente se están matando solos.

Regresando al ámbito nacional, parece ser que en el PAN hace falta el surgimiento de una corriente democrática interna que le lave la cara al oxidado partido albiazul. Interesante será ver lo que finalmente decide Dávila.