SIN FILIAS Y SIN FOBIAS Por JOSÉ JACINTO VEGA
El PRD: de Cárdenas a Palazuelos o, el ocaso de lo que fue el proyecto más grande de la izquierda mexicana.
El partido del sol azteca nació en mayo de 1989, producto del sincretismo de diversas ideologías partidistas de izquierda y de la denominada Corriente Crítica del PRI, aglutinadas en torno a la figura del ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas Solorzano, quien les abanderó en el llamado Frente Democrático Nacional, que compitió por la presidencia de la República en 1988 intentando vencer al PRI y su candidato Carlos Salinas de Gortari, en una polémica elección, que para muchos fue ganada por Cárdenas, siéndole arrebatada, a través de la famosa “caída del sistema”, instrumentada por el entonces Secretario de Gobernación, Manuel Barttlet Díaz, hoy convertido en paladín de la presunta izquierda mexicana.
Cárdenas nació y creció bajo el manto de los partidos emanados del movimiento revolucionario de 1910, su padre, el General Lázaro Cárdenas del Río, arribó a la presidencia de la nación en el año 1934, pocos meses después del nacimiento de Cuauhtémoc. El ingeniero Cárdenas se formó en el seno de una familia política afín al ala de “izquierda nacionalista” dentro de lo que fue la sucesión de partidos: Nacional Revolucionario (PNR), de la Revolución Mexicana (PRM) y Revolucionario Institucional (PRI), partido que en 1980 le llevó a la gubernatura de Michoacán.
Cárdenas no solo fracturó al PRI entre 1986 y 1988 con su Corriente Crítica, sino que logró atraer a la divagante izquierda política mexicana que hacía esfuerzos por sobrevivir y adentrarse en el ánimo de la sociedad aprovechando la reforma política de 1977 que le facilitó al Partido Comunista Mexicano (PCM) salir de la clandestinidad e integrarse a la democracia partidista, transformándose posteriormente en el Partido Socialista Unificado de México (PSUM) y en el Partido Mexicano Socialista (PMS), quien junto a otras fuerzas partidistas y los expriístas seguidores de Cuauhtémoc dieron vida al PRD, como heredero de las luchas históricas de la izquierda mexicana del siglo XX.
Cárdenas padeció en carne propia, durante la elección presidencial de 1989, lo que muchos militantes de la izquierda habían sufrido a manos del PRI por décadas, persecuciones, amenazas, agresiones, desapariciones y asesinato de sus seguidores, etc. y todo aquello que la imaginación de los priístas generó para someter a una oposición, entonces considerada como indeseable para ellos.
En la memoria de la izquierda están los recuerdos de personajes como Arnoldo Martínez Verdugo, Valentín Campa; Arnaldo Córdova, Heberto Castillo Martínez, Gilberto Rincón Gallardo y muchos más que sostuvieron el ideal comunista y de la izquierda política nacional. Si bien el PRD no pretendió ser un partido comunista, sí en sus inicios luchó por constituirse como una opción contraria a la derechización del país que impulsaban los priístas neoliberales que habían desplazado a los nacionalistas auto nombrados herederos de la Revolución. Sin embargo, el gradual relevo generacional en el seno del PRD llevó a la dirigencia del partido a nuevos personajes con una visión diferente de la izquierda, menos ortodoxa y mucho más pragmática, los grupos cardenistas fueron desplazados por los llamados “chuchos” (Ortega y Zambrano) en 2008, y a partir de ahí el PRD comenzó su gradual transformación para convertirse en todo aquello que buscó combatir en sus inicios.
El cambio en la definición ideológica del PRD auspiciado por los “chuchos”, terminó por sepultar todo vestigio de una real izquierda en el partido, para pasar a definirlo como socialdemócrata, tratando de copiar a los partidos europeos de dicha filiación, que en los hechos son más como un ala izquierda de la derecha, que una auténtica izquierda, contraparte del capitalismo imperialista. Hoy el PRD ya no lucha contar el neoliberalismo, y por el contrario trata de obtener algo de él, jugando el papel de una “buena Izquierda”.
López Obrador en su paso por el PRD tuvo tres etapas fundamentales, la primera ser el agente político que desplazó al cardenismo; la segunda, llevar al PRD a niveles de alta competitividad utilizando un discurso populista e incendiario que atrajo a todo aquel que ya estaba harto del PRI, y el PAN, y tercero destrozar desde adentro al PRD cuando los “chuchos” se apoderaron de este.
Hoy el PRD se encuentra más cerca de desaparecer que de avanzar en la lucha por el poder político, en la mitad de los estados del país ya carece de registro legal local, y solo se mantiene de los votos de la Ciudad de México, del Estado de México y algunos pocos más, por lo que ya no es un partido nacional, sino simplemente regional. La amenaza de desaparecer está llevando a sus líderes, los “chuchos” a buscar personajes fuera de la política que les generen una mayor cantidad de votos, y en ello no discriminan a artistas, deportistas, etc. al amparo de la clásica frase “el fin justifica los medios”. Sin embargo, esa desesperación parece estarles llevando a extremos que les ubican más como una caricatura de lo que fueron un día, y para muestra está la nota aparecida esta semana a donde se ve a un patético Jesús Zambrano Grijalva, presidente nacional del PRD, dialogando con el inefable Roberto Palazuelos Badeaux, mitad artista de segunda, y mitad empresario, con la presunta intensión de llevarle como su candidato al gobierno de Quintana Roo en el año 2022, lo que mueve a reflexionar sobre lo que fue el PRD de Cuauhtémoc Cárdenas, y lo que sería en el futuro con alguien como Palazuelos. Simplemente, el ocaso de lo que fue el proyecto más grande de la izquierda mexicana.