SIN FILIAS Y SIN FOBIAS Por JOSÉ JACINTO VEGA - Linea de Contraste

SIN FILIAS Y SIN FOBIAS Por JOSÉ JACINTO VEGA

Entre el pragmatismo y la ideología, tercera parte

En las dos entregas previas nos referimos de manera general, al deber ser y, al ser de los partidos políticos que tienen registro legal nacional y local para participar electoralmente en Tlaxcala, de ellos, hicimos dos divisiones, por una parte los llamados “partidos grandes” (que ya no lo son tanto), entre los que están el PRI y el PAN, y por otra parte, los “partidos escort”, entre los que caben el PRD, PT, PVEM, MC, y los locales PAC, y PANALT, restándonos solo el partido MORENA, que gobierna, tanto en el ámbito federal como local, y merece una división aparte y, le referiremos en esta tercera parte de la serie “Entre el pragmatismo y la ideología”.

MORENA nace a iniciativa de Andrés Manuel López Obrador, como reacción a su enojo por el pragmatismo y mercantilismo político de los líderes del PRD, léase, “los chuchos” (Ortega y Zambrano), quienes con su constante utilización de la franquicia amarilla para su lucro personal, condujeron al fracaso a lo que fue el último gran proyecto de la izquierda política mexicana, convirtiendo al partido en un bodrio político, similar a lo que son el PT o el MC, lo que gradualmente generó un vació en el lado izquierdo del eje geopolítico mexicano que Andrés Manuel buscó llenar con su naciente partido.

Si bien al PRD, MC y PT difícilmente podría clasificárseles como de izquierda, ya que los dos primeros se han manifestado como socialdemócratas, que en sentido estricto apenas puede ubicárseles como la “izquierda dentro de la derecha”, y el partido de la estrella, aunque juega a ser aliado de los regímenes de Corea del Norte y Venezuela solo lo hace por pose y utilitarismo político, los tres son plenamente pragmáticos y capaces de aliarse electoralmente con quién sea con tal de sobrevivir y seguir lucrando con las prerrogativas partidistas. Sin embargo, tampoco a MORENA se le puede adjudicar el ser de izquierda, más bien en México ya no hay auténticos partidos políticos de izquierda, el eje ideológico nacional ahora solo va del centro a la derecha, y el “líder moral” de MORENA, aunque a ratos habla como si fuera rojillo, en otras también lo hace como socialdemócrata y hasta como neoliberal.

MORENA fue el ejército electoral que Andrés Manuel levantó con miras a enfrentar su tercera batalla por la Presidencia de la República. Después de años de recorrido por el país, capitalizó el enojo popular que los gobiernos priistas y panistas habían sumado a lo largo de muchos años, y la frustración que el PRD y demás partidos habían generado por su papel de simples comparsas de tricolores y azules. López Obrador se autodesignó como la autoridad popular y moral en materia de combate a la corrupción, y, con una narrativa llena de denostaciones y frases ocurrentes atrajo la simpatía de todos aquellos que simplemente ya estaban “hasta la madre del PRI, PAN y PRD”, Lo curioso es que, Andrés Manuel solo ofrecía a sus seguidores buenas historias de lo que haría si fuera presidente, total, quienes ayer le escuchaban y hoy le escuchan solo necesitan lo mismo que les vendían en su momento los priistas y los panistas, esperanzas. La narrativa de López Obrador incluyó la atribución, también autoconcedida de poder otorgar “patentes de honestidad o deshonestidad” a políticos de todos los colores quienes le pedían unirse a él, inmediatamente recibían de su boca “un bautismo purificador de las corruptelas que hubieran cometido en el pasado”, y, por el contrario, quienes caían de su gracia, recibían uno condenatorio que les confinaba a ser marcados con “letra escarlata” con una “C” virtual en la frente, que indicaba que él los condenaba a penar como corruptos.

En la elección de 2018, Andrés Manuel arrasó en la elección presidencial y llegó al gobierno desplazando todo lo que oliera al PRI, PAN o PRD, para sustituirles, con quienes a su juicio ya merecían ser considerados como honestos, sin importar que entre ellos estuvieran, y algunos siguen estando, personajes de dudosa moralidad, ética y honestidad, como Barttlet, Ana Gabriela, Sandoval, y muchos que entraron como legisladores gracias a su impulso electoral. En ese reparto de tareas, los mayormente ausentes son la base de MORENA, quienes después de haber llevado a su líder al triunfo han tenido que conformarse con trabajos de mediano pelo hacia abajo, o simplemente a no estar en ningún lado, ya que en 2018 ganó López Obrador y no MORENA, por tanto, gobierna él y no su partido, al cual incluso ya le impuso a un presidente nacional que ha resultado un personaje tragicómico, cuya mayor tarea ha sido ahondar las divisiones internas al seno del partido. Hoy, para nadie es un secreto la incomodidad que a Andrés Manuel le generan los grupos internos del partido que fundó, los cuales cada día se parecen más a los del PRD, por lo que gradualmente los ha ido purgando de los cuadros dirigentes, ya que hoy en vez de serle útiles le resultan un lastre.

En Tlaxcala MORENA vive algo similar a su escenario nacional, los grupos locales internos le son fastidiosos a la gobernadora, por lo que, con el apoyo del presidente nacional del partido los ha empezado a marginar, y a sustituir por gentes afines a ella, ya que, al igual que pasó con la Presidencia de la República, en Tlaxcala ganó Lorena y no MORENA y, por tanto, ella es quien gobierna y no su partido. En la élite que rodea a López Obrador, igual que, en la que lo hace con la gobernadora Cuéllar, lo que abunda son los “ex”, tricolores, azules, amarrillos etc. y los escasos o ausentes son la base original de MORENA, lo que desnuda a dicho partido en su realidad, ser un instrumento similar a lo que han sido el PRI, el PAN, el PRD y los demás partidos, un instrumento electoral de sus grupos dirigentes para la lucha por el reparto del poder político, tras lo cual, las estructuras partidistas se vuelven incómodas para ellos.

No es difícil anticipar que, para la elección de 2024, en Tlaxcala las candidaturas de MORENA serán decididas por la gobernadora, y las destinará a personas que le son cercanas, aun y cuando no militen en dicho partido, y que la base original del partido tendrá que conformarse con algunos cargos menores (ayuntamientos menores, regidurías, presidencias de comunidad, etc.).

MORENA tiene muchos retos en el futuro de mediano y largo plazo, pero los cinco primordiales son: primero, constituirse como un real partido político y superar la etapa de “ejercito electoral” que hasta hoy son; segundo, visualizar cómo sobrevivirán cuando la era López Obrador concluya; tercero, definir cuál será el perfil ideológico que tendrán cuando la narrativa de su líder moral deje de hacer las veces de esta; cuarto, encontrar la forma de impulsar el desarrollo de cuadros propios para que alcancen la jerarquía suficiente para asumir cargos públicos importantes y no tener que seguir dependiendo de la importación de más “ex”, y quinto, tener una estrategia para el caso de que dejen de ser útiles para Andrés Manuel y este los sustituya por otro partido que se invente para tal fin. MORENA, a diferencia de los otros partidos que nadan en el pragmatismo, ni ideología ni pragmatismo profesa, simplemente es la disciplinada audiencia que vitorea por todo y sin reflexión a su líder.