SIN FILIAS Y SIN FOBIAS Por JOSÉ JACINTO VEGA - Linea de Contraste

SIN FILIAS Y SIN FOBIAS Por JOSÉ JACINTO VEGA

La reforma que dejará iluminados y electrocutados

La iniciativa de reforma a la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos que el Presidente López Obrador envió a la Cámara de Diputados para reformar los artículos 25, 27 y 28, más el agregado de 9 transitorios, a la que se ha denominado como reforma eléctrica, tiene un significado que va más allá de lo relacionado con la industria de generación energía. Para Andrés Manuel y su grupo cercano, representa la batalla política más importante del sexenio, ya que, se confrontan en la arena legislativa dos proyectos, el neoliberal y el nacionalista, buscando; el primero, mantener la apertura al sector privado en la generación de energía, sobre todo de las llamadas limpias, y con ello disminuir el control del Estado en la industria, y, el segundo, que busca recuperar el monopolio del Estado sobre la producción y venta de energía eléctrica, mayormente generada a través de la quema de combustibles fósiles, para sacar al sector privado de la injerencia en la producción eléctrica.

El ganador de esta confrontación podrá definir condiciones al sector productivo, fundamentalmente secundario y terciario, en cuanto al suministro y costos de la electricidad que necesitan para su funcionamiento, sin la cual simplemente no pueden operar. Las razones políticas no son menores, es una lucha de poder entre quienes buscan mantener vigentes la cadena de reformas neoliberales de las últimas tres décadas, y, entre quienes pretenden retornar al modelo bajo el que se gobernó al país hasta finales de los años ochenta del siglo pasado. Las consecuencias de esta disputa impactarán durante muchos años la vida de todos los mexicanos. Mantener la inercia de la apertura desmedida en los sectores estratégicos de la nación si bien es peligrosa para la vigencia del modelo de Estado que conocemos, también resulta riesgoso regresar a los tiempos del Estado controlador de todos los mecanismos de generación de riqueza, las consecuencias de ello precisamente desembocaron en que los gobiernos mexicanos de finales de los setentas y ochentas tuvieran que renunciar al proyecto nacionalista basado en el modelo de crecimiento hacia adentro o estructuralismo latinoamericano y sucumbir ante la avanzada del neoliberalismo.

La historia ha dado lecciones a las naciones del mundo sobre lo cíclico de ella. Al paso del tiempo los pueblos olvidan errores del pasado y los repiten cada vez que un modelo pierde vigencia: Cierto es que, el neoliberalismo no ha sido capaz en cuatro décadas de mejorar las condiciones generales de vida para la población mundial, sus “generosos efectos” solo han impactado en la vida de unos cuantos, llegándose a una polarización económico-social tal, que se calcula en que la fortuna de las 400 personas más ricas del mundo supera el ingreso anual de las naciones en las vive casi la mitad de la población mundial. Esta desmedida acumulación de riqueza lamentablemente se ha consolidado con base en el empobrecimiento de la mayoría de la población. Tampoco hay que perder de vista que los modelos estructuralistas latinoamericanos fracasaron en buena medida por la incontrolable corrupción en la que desembocaron sus élites al amparo de gobiernos hiper concentradores de poder. Andrés Manuel podrá decir lo que quiera respecto a su incorruptibilidad, pero no puede garantizar que esta permee las áreas de su gobierno, lo que ya se ha reflejado en diversos casos expuestos por la Auditoria Superior de la Federación y en celebres escándalos de algunos de sus colaboradores, los cuales simplemente han sido ignorados por él.

El nudo de la batalla por la reforma eléctrica se encuentra en la Cámara de Diputados, ya que en Senado de la República las cuentas son más sencillas para el Presidente. Sin embargo, se requiere el voto de 334 diputados, y por ahora López Obrador tiene solo 277, le faltan 57 que pretende atraer utilizando el canto del nacionalismo con priistas y perredistas, lo que pone también en jaque a estos partidos que, si no van unidos en un solo sentido de la votación, sea cual fuese este, simplemente se quebrarían a punto de su extinción. Para el PRI la cosa no es sencilla, las reformas a su declaración de principios les atan a apoyar las energías limpias, por lo que para pactar con el Presidente necesitan reformar de manera consensuada esos documentos, bajo el riesgo que, de no hacerlo antes de una eventual votación a favor de la reforma, esto les lleve a la atomización del partido, lo que también sería el final del bloque opositor denominado “Va por México”. Por otra parte, si votan en contra de la reforma Lopez-obradorista, este los lapidará mediáticamente acusándoles de traidores a la patria y vendidos con el capital privado, y exaltará a sus seguidores a embestir todo lo que huela al PRI. En el caso del PRD, quizá algunos diputados si cedan a la iniciativa presidencial en materia eléctrica impulsados por su sentir nacionalista, pero no serían suficientes para la aprobación, en total son 14, y su eventual apoyo solo servirían para acabar de sepultar al partido amarillo.

En el bando del Presidente la cosa tampoco es sencilla, quien está contra la pared es el PVEM, ya que su discurso ecologista de toda la vida encuentra puntos de desacuerdo con la reforma López-obradorista, por lo que deben valorar el riesgo interno que ello representa, si bien entregarle los 33 votos que tienen en la Cámara de Diputados al Presidente les garantiza que este les siga convidando al reparto del botín de la 4T, esto también puede generales pérdidas políticas a largo plazo.

La forma en que se defina el futuro de la iniciativa en materia eléctrica dejará diversos saldos políticos, tanto en la supervivencia de partidos como el PRI, PRD y PVEM, como en el pueblo, quien vivirá a largo plazo en la incertidumbre por saber las consecuencias de esta. En el caso del Presidente y su equipo cercano una eventual derrota en Cámara de diputados significaría un golpe severo a su proyecto político, el cual quedaría frenado, y sería una advertencia para que no intente avanzar en otras reformas que sin duda vendrían posteriormente a la eventual aprobación de la concerniente a la industria eléctrica. Sabedor del alto riesgo político que corre su iniciativa, el Presidente a instruido a las bancadas afines a su proyecto alargar el debate final hasta el mes de abril, una vez que la consulta sobre revocación de mandato programada para el mes de marzo haya pasado, con la esperanza que los resultados de esta le fortalezcan ante la opinión pública y ello sirva de acicate, fundamentalmente al PRI, para que se alíe con él. Este partido es lo suficientemente pragmático para medir que López Obrador no es eterno, y que sin él su proyecto se diluirá más pronto que tarde, por lo que, una eventual alianza legislativa hoy, tendría sus beneficios a largo plazo cuando ellos sean una opción para cachar parte de los pedazos del post López-obradorismo.

Por el bien del país, ambos bandos debieran encontrar más puntos de convergencia que de divergencia, sobre estos últimos ya tienen muchos, y también no perder de vista que, los políticos son temporales, pero el pueblo es permanente. Esta reforma sin duda alguna dejará iluminados y electrocutados.