SIN FILIAS Y SIN FOBIAS Por JOSÉ JACINTO VEGA - Linea de Contraste

SIN FILIAS Y SIN FOBIAS Por JOSÉ JACINTO VEGA

Miente, miente que algo queda (Joseph Goebbels)

Joseph Goebbels fue un personaje cercano a Adolf Hitler. Durante el gobierno del Tercer Reich alemán ocupó el ministerio para la ilustración pública y propaganda, por lo que fue conocido como el vocero del gobierno de Hitler, partidario también de las ideas de discriminación racial que azotaron al mundo entre 1933 y 1945, ha sido calificado como demagogo y agitador de masas al igual que su líder político a quien se le atribuye la frase “miente, miente que algo queda”, la cual se basa en la idea de que una mentira repetida mil veces termina siendo una verdad.

A los políticos es común que se les tache tanto de mentirosos, como de decir una cosa y hacer otra, o de ser “veletas” en sus puntos de vista. Ejemplos entre la fauna política nacional sobrarían, ya que el régimen político nacional y su derivados locales, sostenido entre 1929 y 2012, incluidos a los gobiernos panistas, se desenvolvieron siempre en la simulación, el engaño y la manipulación de la una sociedad poco culta, poco interesada en los asuntos públicos y muy consecuente con sus poco morales gobiernos, siempre y cuando estos “salpicaran” algo al pueblo.

El trance y el trauma nacional vividos por el pueblo mexicano entre el 2006 y el 2018 con la “gesta Lopez-obradorista” en busca de la Presidencia de la República, generó entre millones de mexicanas y mexicanos la quimera de que el final de los mentirosos y los corruptos en el gobierno era posible y, que además estaba muy cerca, lo que sacó a buena parte del pueblo del marasmo en que había vivido desde el final de la Revolución armada de 1910 y hasta la caída del régimen posrevolucionario. La incendiaria narrativa de Andrés Manuel López Obrador, construida al inicio con obviedades presentadas de forma sentenciosa para resaltar su gravedad, gradualmente fue combinando verdades con medias verdades, para finalmente revolver estas con mentiras repetidas hasta el cansancio para meterlas como verdades en el colectivo imaginario de su base popular.

Cada día son más las evidencias sobre la doble moral del “López-Obradorismo”, lo mismo encubre los actos de dudosa honorabilidad de algunos de sus funcionarios, que exonera a otros que se suman a él, aunque antes les tachara de corruptos. Elimina políticas públicas del pasado y las sustituye por otras menos eficientes. Emite decretos para ocultar información o ataca a las instituciones cuyos integrantes no se someten a su totalitarismo y petulancia. Decreta verdades y descalifica otras sin ningún fundamento que el “yo tengo otros datos”. Empodera cada día más a las fuerzas armadas como si previera la necesidad de utilizarlas para no dejar el poder, cuando años atrás criticaba su uso en tareas más allá de su responsabilidad. Oculta la profundidad de sus tolerancias al crimen organizado con “políticas de abrazos no balazos”. Promueve linchamientos mediáticos en contra de quienes le critican y festeja a los que escriben loas a él.  En fin, destruye y destruye, y nada mejor construye.

En las últimas semanas, la mendacidad de moda que promueve el “López-obradorismo” es la consulta que, se supone es para revocación de mandato, a la cual pretende utilizar como de ratificación, siendo que es él y sus propios seguidores, y no sus opositores quienes han promovido su revocación, lo cual en una sociedad políticamente sana sería absurdo, ya que, ¡él promueve su propia revocación!, lo cual es inaudito, pero en fin, no es un acto de locura como a algunos podría parecerles, sino de tunantería política que oculta una intención que va más allá de mostrar el beneplácito de sus huestes por su mandato.

Cuando López Obrador dio rienda suelta a sus seguidores para promover la consulta, sabía bien que conseguir los poco más de 2.7 millones de firmas sería fácil para las estructuras partidistas y gubernamentales que ahora controla, lo cual cumplieron sobradamente haciendo creer a la gente que algunos “conservadores y derechosos” querían quitarlo, por lo que había que apoyarlo para ratificarlo, cuando en realidad él no necesita de serlo para llegar hasta el último día de su mandato el 30 de septiembre de 2024, sino que, requiere de esa consulta como argumento para presionar tanto al Legislativo como al Judicial para que valoren eventuales cambios a las leyes, ante una “avalancha popular” que “bien entienda la subliminal intención de que ratificar es sinónimo de reelegir”. Para ello, no basta conque se haga la consulta, sino que esta rebase los casi 38 millones de participantes que se requieren para que tenga efectos vinculatorios, y de herramienta de presión política y mediática. Si la consulta no alcanza esa cifra de participantes, que es de poco más de unos 7 y medio millones más de los votos que tuvo en 2018, sin duda provocará la ira de López Obrador y acusara al Consejo General del Instituto Nacional Electoral (INE) de ser el responsable de que no se haya logrado tal participación, lo cual viene maquinando desde meses atrás con sus sistemáticos ataques al INE.

Sin duda que el voto porque siga López Obrador se impondrá en la consulta, pero, curiosamente, el “éxito numérico” de esta no solo dependerá de que los poco más de 30 millones de votantes que tuvo López Obrador a su favor en 2018 acudan a participar, sino de que algunos millones de sus opositores se traguen el anzuelo y vayan a votar para alcanzar la cifra total vinculatoria, que es cercana a los 38 millones.

El pasado 28 de diciembre se celebró el día de los santos inocentes, fecha en que se hacen bromas a otras personas con base en mentiras inofensivas, pero lo que en México se está orquestando en el plano político por parte del “López-obradorismo”, no es una inocentada, las ocultas intenciones de la “consulta” se han estado estructurando, bajo el estratagema de Goebbels: “miente, miente que algo queda”, y bajo la máxima maquiavélica de: “El fin justifica los medios”. La historia posterior a la consulta dará mucho de que hablar durante varios meses.