SIN FILIAS Y SIN FOBIAS Por JOSÉ JACINTO VEGA - Linea de Contraste

SIN FILIAS Y SIN FOBIAS Por JOSÉ JACINTO VEGA

El PRI, para lograr una real refundación, esta debe estar libre de todos sus “ismos” políticos

El Partido Revolucionario Institucional enfrenta a sus casi 93 años de existencia (considerando la triada PNR-PRM-PRI), la crisis más grande de su historia, tanto en el ámbito nacional como en el local de Tlaxcala, el agotamiento de su última generación dominante, procreada políticamente por Emilio Sánchez Piedras, así como de la generación derivada de los personajes que en su momento fueron parte del equipo de gobierno del período 1975-1981, y una serie de yerros políticos posteriores de parte de quienes han tomado las decisiones, han  puesto a este partido frente a una posibilidad real de desaparición en el mediano plazo. ¿pero, cómo empezó la debacle?

El principio del fin. Corría el año de 1998, la sucesión gubernamental en Tlaxcala estaba en su punto más efervescente al interior del Partido Revolucionario Institucional, institución a la que se consideraba invencible hasta entonces, y por tanto, su proceso interno prácticamente definiría al siguiente titular del Ejecutivo tlaxcalteca, al menos seis personajes se disputaban la candidatura: Alfonso Sánchez Anaya, Federico Barbosa Gutiérrez, Héctor Ortiz Ortiz, Joaquín Cisneros Fernández, Mariano González Zarur y Serafín Romero Ixtlapale eran mencionados como los posibles sucesores del entonces mandatario estatal José Antonio Álvarez Lima, quien tuvo la ocurrencia de forzar una elección interna entre ellos para definir al elegido, lo cual en el papel parecía una apertura democrática del PRI en sus métodos de selección de candidatos, sin embargo, desde el inicio la consulta estuvo “cargada” a favor del candidato favorito del Gobernador Álvarez, lo que motivó a que dos de los aspirantes (Sánchez y González) se retiraran para evitar ser parte de la farsa en favor de Cisneros Fernández, quien resultó ganador de la elección interna, pero perdedor de la constitucional frente a uno de los que desistieron participar en la interna, para luego hacerlo por una coalición de partidos encabezada por el PRD, lo que le dio al PRI el primer “empujón” rumbo a su gradual desmoronamiento.

El segundo tropiezo. En 2004, el PRD tenía todo para repetir en el gobierno del estado, sin embargo, los caprichos de una esposa y las frivolidades de un mandatario exitoso en su gestión, pero desastroso en su vida personal y en su lógica política, abrió las puertas para que el PRI pudiera retornar al poder local, lo cual no sucedería en razón del retorno a la práctica del “dedazo” para designar a la persona que encabezaría la candidatura, la cual recayó en Mariano González Zarur, hecho que no fue aceptado por otro de los aspirantes, quien rompió con el tricolor para aceptar la postulación del PAN, que a la postre llevó al gobierno a Héctor Israel Ortiz Ortiz, beneficiario de los errores personales y políticos del Gobernador Sánchez Anaya, y de los cometidos por la dirigencia nacional del PRI, lo que dio a este partido un golpe más para su desmoronamiento.

Una aparente recuperación. En 2010 los muchos excesos y abusos de la gestión “Orticista” y el canibalismo perredista, le permitieron al PRI retornar milagrosamente a la titularidad del Ejecutivo tlaxcalteca, llevando a Mariano González Zarur al poder, lo que gradualmente se convirtió en un desastre político para su partido por su forma arbitraria y opaca de ejercer el gobierno, y si bien logró imponer en 2016 a su sucesor, a como diera lugar, en una  elección llena de malos manejos y dudas sobre la veracidad de sus resultados, la persona a quien eligió por creer que era el más dócil, resultó que no lo fue, ya que una vez en el gobierno Marco Mena “pintó su raya” con el “Marianismo” y ejerció el mando fiel a su estilo de ser ladino, truculento y lleno de opacidad, lo que terminó por  postrar al PRI ante la opinión pública.

El tercer tropiezo. La elección del año 2021 desde sus inicios auguraba una derrota para el PRI, partido que prácticamente no tenía a alguien con un peso político suficiente para una batalla de tal magnitud, por lo que tuvo que asignar su candidatura prácticamente por default, la cual recayó en Anabel Ávalos Zempoalteca, política de larga trayectoria, pero de una gris personalidad que nunca le ayudó para prender al electorado, sosteniéndose en la contienda básicamente por dos factores, la suma del trabajo de las estructuras de los cinco partidos que le postularon y el repudio hacia su principal contrincante de parte de diversos sectores, lo cual al final no fue suficiente, básicamente porque en los hechos “no había candidata”. La derrota dejó a los priístas en el completo desamparo, sin líderes a quien seguir, y con buena parte de sus estructuras fugándose hacia otras fuerzas políticas.

En el presente el PRI tlaxcalteca enfrenta un desolador panorama, la resolución sobre quién debe ser su nuevo dirigente estatal tras la partida de Noé Rodríguez Roldan hacia el camino del “Lorenismo”, da paso a que dos grupos se pelean los despojos que quedan del partido, por un lado, están los “Beatricistas”, y por otros los “Marianistas”, ambos sin cuadros relevantes, dominados por “dinosaurios políticos”, quienes con su presencia ya dañan más al partido que aportarle fortaleza, sin suficientes cuadros jóvenes (El PRI ya no los atrae), para renovarse, y algunos de ellos altamente “contaminados” por los políticos con quienes se formaron.

El reto en el 2024 para el PRI no será recuperar la presidencia de la República, eso está muy lejos de sus posibilidades, sobrevivir será la cuestión para este partido. En la parte que corresponde a Tlaxcala, las diferencias entre priístas son graves, y están cimentadas en los abusos del “Marianismo”, las traiciones del “Menismo”, las trapacerías del “Blanquismo” (Águila es su patronímico), las dudas sobre el actuar del “Beatricismo”, las griseadas del “Anabelismo”, etcétera, etcétera, etcétera, lo cierto es que si el PRI aspira a una refundación, debe nacer sin la influencia de los viejos “dinosaurios” que lo han dominado, y sin sus hijos, biológicos, políticos y putativos, de lo contrario solo serán más de lo mismo. El PRI requiere purgar todos los “ismos” que hoy le son un lastre.